La Bolsa española ha caído el pasado viernes hasta mínimos desde
septiembre del año 2013. El retroceso se ha agudizado en la primera
semana del año. Cabría atribuir a la incertidumbre política española una
parte de este bajón. Perro viendo el comportamiento de los demás
mercados internacionales, parece claro que las Bolsas se han guiado por
los nuevos datos que está aportando la situación económica
internacional, entre los cuales la crisis de crecimiento de la economía
china parece uno de los más importantes junto a otros problemas
sobrevenidos en los últimos meses.
Se habla ya de una nueva recesión económica mundial en el horizonte,
incluso de intensidad similar a la vivida en torno al año 2009, cuando
la crisis financiera exportada desde Estados Unidos generó una tormenta
de proporciones globales de la que ya estábamos saliendo. Los analistas
del Fondo Monetario Internacional han sido de los primeros en anticipar,
hace apenas unas semanas, los riesgos de una desaceleración económica
en la economía global.
La base principal de su razonamiento radica no sólo en la menor
intensidad de la actividad económica de China sino, sobre todo, en el
desfallecimiento de muchas economías lastradas por el tremendo recorte
de los precios de las materias primas. En especial, del petróleo, cuyos
excedentes han sido normalmente el alimento principal con el que se han
nutrido algunas economías importantes, no sólo las productoras de crudo
sino las que se benefician del reciclaje de los cuantiosos fondos que ha
estado aportando el negocio petrolero en los últimos años.
La
desaparición de esos flujos ha provocado situaciones tan inesperadas
como el elevado déficit fiscal de Arabia Saudí y los recortes masivos de
gastos por parte de algunas economías altamente exportadoras de
petróleo y gas. Un reflejo, no tan anecdótico, de la nueva situación c
redada por el desplome del precio del petróleo es el anuncio de Arabia
Saudí de que está estudiando la posible salida a Bolsa de su petrolera
nacional, Aramco, la mayor compañía petrolífera del mundo y la mayor
empresa por capitalización bursátil, caso de salir a cotizar en los
mercados internacionales.
Esta vez, a diferencia de lo que sucedió hace seis años, la economía
de los Estados Unidos presenta un aspecto bastante sólido y en
apariencia de intensidad creciente, con el dólar fortalecido y camino de
su mejor posición histórica, a punto incluso de alcanzar la paridad con
el euro. La economía china ha sido la vitamina que alimentó la salida
de la crisis financiera global en los años posteriores a 2009. Pero
ahora esa medicina ya no está en condiciones de aportar sus benéficos
influjos.
Está por ver si la economía de Estados Unidos puede tomar el relevo
de la actividad económica mundial, cuestión que los analistas
internacionales no alcanzan a validar en estos momentos, ya que la
demanda exterior de la economía estadounidense y su capacidad de
exportar actividad al resto del mundo son de características muy
diferentes a las que ofrecía la economía china. En todo caso, algunas
economías, como México, sí que se están beneficiando del buen ciclo
económico de su vecino del norte, pero incluso este efecto es de alcance
limitado. En teoría, el impulso alcista debería provenir no sólo de la
economía estadounidense sino de la zona euro y de Japón, en cuyas manos
puede estar la capacidad para aportar ese añadido que necesitará la
economía global para recuperar la senda del crecimiento sostenido.
(*) Periodista y economista español
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