BERLÍN.- La economía alemana
defendió en 2015 su robustez y registró un crecimiento del Producto
Interior Bruto (PIB) del 1,7 % gracias al impulso del consumo interno,
que ha tomado el relevo al que durante años fue el tradicional motor del
país, las exportaciones.
"La economía alemana estuvo también en el pasado año bajo el signo de
la solidez, por encima de los factores de riesgo globales sobre la
economía mundial", apuntó el presidente de la Oficina Federal de
Estadística (Destatis), Dieter Sarreither, al presentar los datos
correspondientes a 2015.
A falta de cifras detalladas del cuarto trimestre del año pasado -que
difundirá esa entidad el próximo día 23-, el responsable de Destatis
avanzó que en los últimos meses se mantuvo la "tendencia positiva" de
los tres trimestres anteriores (0,3 % en el primero, 0,4 % en el segundo
y 0,3 % en el tercero).
El balance global del año se situará, salvo alguna "corrección
técnica", en el mencionado 1,7 %, un porcentaje ligeramente superior al
1,6 % de 2014, un año que estuvo ya marcado por la recuperación tras el
mínimo 0,3 % correspondiente al ejercicio de 2013.
El principal responsable de este crecimiento fue el consumo, con un
incremento interanual del 1,9 % en lo que respecta al privado, mientras
que el público subió un 2,8 %.
La exportación, motor tradicional para la primera economía de
europea, registró un incremento del 5,4 %, pero el aumento paralelo de
las importaciones, un 5,7 %, neutralizó sus efectos en el balance total.
Por segundo año consecutivo logró Alemania cerrar sus cuentas
públicas con un superávit de 16.400 millones de euros: el 0,5 % del PIB
este 2015, tras el 0,3 % de 2014 y frente al déficit del 0,1 % de 2013.
La fortaleza fue asimismo el signo dominante en el mercado laboral
alemán, que siguió la tendencia al alza de la última década y superó por
primera vez en 2015 la media de ocupación de 43 millones de personas,
un 0,8 % más que en 2014.
La tasa media de desempleo se situó en el 6,4 %, frente al 7,7 % de
2014, lo que consolida a Alemania entre los grandes países de la
eurozona con un mercado laboral más sólido, destacó Sarreither.
Los sueldos brutos de los empleados crecieron un 2,9 %, aunque a
efectos netos el aumento se quedó en un 2,4 %, debido al incremento de
los costes sociales.
El índice de precios al consumo (IPC), según cálculos aún
provisionales, se situó en un modesto 0,3 %, muy por debajo del objetivo
considerado como deseable por el Banco Central Europeo (BCE), que
debería ser ligeramente inferior al 2 %.
El presidente de Destatis declinó hacer una estimación del
crecimiento para 2016 -"nuestra entidad se dedica a la estadística, no a
los pronósticos", indicó-, aunque sí avanzó que "todo apunta a que se
mantendrá el ritmo actual" y se remitió a continuación a los cálculos de
los principales institutos y expertos del país.
Recordó que éstos se sitúan "en una horquilla que oscila entre el 1,8
% y el 2,4 %", pero también que los llamados "pronosticadores"
condicionan sus cálculos a factores globales, que van de la evolución de
las economías emergentes al debilitamiento de China o la amenaza del
terrorismo internacional.
Sarreither declinó asimismo cuantificar el impacto en la economía del
país de los gastos derivados de la acogida e integración de refugiados,
tras llegar al país más de un millón de solicitantes de asilo en 2015.
Se estima que una cuarta parte del conjunto del crecimiento del PIB
podría proceder del consumo, público o privado, destinado a este
capítulo, especialmente en sectores como la construcción,
acondicionamiento o equipamiento de albergues y dependencias para
peticionarios de asilo.
Sin embargo, se debe tener en cuenta que parte de este gasto no es
adicional, sino "meramente sustitutivo", apuntó Sarreither, ya que
surgen de fondos públicos que tal vez irían a otras partidas o, en el
que se refiere al bolsillo privado, de donaciones que tal vez se
destinarían a otros conceptos.
Pese al balance globalmente positivo, los datos de Destatis de 2015
quedan algo por debajo de los pronósticos difundidos el pasado otoño por
los principales institutos económicos de Alemania, que situaban el
crecimiento del pasado año en un 1,8 %.
Ya entonces se advirtió del posible impacto en las arcas públicas de
los gastos de la acogida de refugiados, así como de los riesgos globales
a que aludió Sarreither el declinar hacer pronósticos para 2016.
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