El año ha empezado con bruscos descensos en las bolsas mundiales, contagiados, en buena parte por las continuas bajadas de la bolsa doméstica de China.
Es
lógico pensar que lo que pase a China, siendo la segunda potencia
mundial, y la primera en cuanto a importaciones se refiere, afecta al
resto de economías, y por extensión a sus bolsas. No hay que olvidar
nunca que cuando se invierte en bolsa se compran acciones de empresas.
Por lo tanto, sería normal que si la economía china fuera muy mal, sus
bolsas bajasen, y las acciones de empresas que tienen relación directa o
indirecta con China, que por la magnitud del gigante asiático son
prácticamente todas, también caigan.
Ahora bien, para aventurarnos
a decir si la economía mundial entrará en una nueva crisis económica
por culpa de la salud de China es mucho decir ya que hay algunos factores que no apoyan esta teoría.
-Lo
primero que debe conocer el lector, es que siendo ciertos los titulares
de "la bolsa china ha caído dos días un 7%", hay que matizarlos: la bolsa que ha caído es la doméstica, es decir la que tiene acciones que solo pueden comprar los inversores chinos.
-Se trata de un mercado altamente intervenido por el propio gobierno,
que viene de una burbuja que ellos mismos provocaron dando facilidades
para que los particulares compraran acciones y que, como no podía ser de
otra manera, está explotando ya desde junio del año pasado.
Para
darse cuenta de la magnitud de este movimiento, basta comparar la
evolución de junio de 2014 a junio de 2015 del índice doméstico
"Shenzhen CSI 300" que subió un 150%; con el abierto domiciliado en Hong
Kong "Hang Seng" que en el mismo periodo se revalorizó un 23% cuando
históricamente estaban altamente correlacionados (si quieren incluir
gráfico) como demuestra este gráfico de Bloomberg en que el CSI 300 se
representa en naranja y el Hang Seng en azul:
De hecho, de forma similar a lo que pasó
en agosto las caídas de estos últimos días han sido mucho más suaves en
el mercado abierto que en el doméstico: mientras en lo que va de año el
doméstico CSI 300 pierde (a cierre de día 7) un 11,94%; el abierto Hang
Seng ha bajado un 7,26%.
Hay varios detonantes para que justo sea ahora el momento en el que las bolsas chinas acentúan sus caídas:
un mal dato macroeconómico, en esta ocasión la del PMI Manufacturero,
se ha unido a dos resultados negativos de intervenciones estatales. Por
un lado, la ley que entraba en vigor el 1 de enero por la que ante
cualquier descenso del 7% se paralizarían los mercados, provocando una
gran alarma. Por otro lado, el fin de la limitación el día 8 de enero
para que los grandes inversores ejecutaran ventas, fecha a la que el
mercado se ha adelantado en forma de arbitraje.
Lo más preocupante, en este caso, serían los datos macroeconómicos.
Están marcando una desaceleración en la economía china y en este punto
no hay sorpresa alguna. El mercado, tanto el bursátil como el puramente
empresarial, da por descontada esta desaceleración en sus cálculos; así
se refleja, por ejemplo, en el último informe de octubre del Fondo
Monetario Internacional. El informe mantiene las previsiones de julio, a
pesar de la primera parte de la explosión de la burbuja bursátil
doméstica, y pronostica una desaceleración de su crecimiento marcando un
6,3% para 2016.
El contagio de estos días en el resto de bolsas
mundiales ha sido importante y podemos observar como hay índices
europeos y americanos cuya caída se sitúa entre el 4 y el 6%. Es de
sobra conocido que los mercados son nerviosísimos y sobrereaccionan a corto plazo
ante noticias negativas (también ante las positivas), lo que provoca
que en muchos casos los inversores particulares se asustan y se
precipitan en sus actuaciones.
A día de hoy los inversores a largo plazo, que tienen una cartera de buenos fondos de inversión diversificada no parece que deban deshacer posiciones ya que todos los factores son positivos para los mercados,
especialmente en cuanto a las bolsas europeas se refiere: alta
liquidez, buenas valoraciones de las empresas, crecimiento económico no
solo en Europa, sino en el resto del mundo (incluida China), y mercado
nervioso que suele preceder a subidas fuertes.
Desafortunadamente,
los que llevan una operativa más intensa con acciones a corto o medio
plazo (que son la minoría y deberían estar más formados), sí es posible
que hayan tenido que desinvertir, pero no solo a las bajadas de 2016,
sino a algunas roturas de soportes relevantes para esos plazos que se
sucedieron en diciembre.
La conclusión para la mayoría sería no tomar decisiones precipitadas,
respetar las estrategias de inversión a largo plazo, ir revisando las
carteras para ir ponderando en los fondos que inviertan en sectores y
países con más potencial, siempre de una forma diversificada, y por
supuesto seguir los datos que nos llegan desde China ya que en la
actualidad no anticipan un riesgo para la economía mundial, pero ello no
indica que debamos estar indiferentes.
(*) Experto español en ahorro
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