Las previsiones económicas que se barajan para América Latina no
mejoran las expectativas del año que acaba de comenzar. Será el segundo
año consecutivo de crisis económica y de recesión en algunos países,
algunos de la importancia de Brasil (la mayor economía de la zona, con
diferencia), otros menos importantes pero también a tener en cuenta,
como Venezuela, que está en plena fase destructiva, con caídas
consecutivas del PIB que ya superan el 10% en el conjunto de los tres
últimos años, incluido el de 2016. Argentina ha cambiado de Gobierno y
el nuevo rumbo que empieza a tomar este importante país abre nuevas
esperanzas pero que no se materializarán hasta dentro de uno o dos años,
si este país acaba por tomar el ritmo deseable.
De momento, estas tres economías están en una deriva preocupante en
la que la incertidumbre política forma parte del escenario, lo que
complica aún más la posible solución a los problemas económicos.
Argentina puede ser la excepción ya que el reciente cambio de Gobierno
abre expectativas interesantes. Pero tanto en Brasil como en la
impredecible Venezuela, el rumbo político es altamente incierto, lo que
aleja la posible salida de la crisis económica.
Para España, la prolongación de la crisis económica latinoamericana
es una mala noticia, ya que esta región ha sido el destino preferente de
muchas inversiones españolas en los últimos años. Hay empresas
españolas de primera fila que tienen en Brasil su principal mercado. Y
otro tanto sucede en buena parte de los países que integran la zona
Latinoamericana, a los que hay que añadir a México, la segunda economía
de la zona, tras Brasil, aunque su posición geopolítica, muy próxima a
Estados Unidos, aporta tintes muy diferenciales. De hecho, la evolución
del PIB mexicano está muy estrechamente vinculada a Estados Unidos y su
grado de estabilidad política y la seguridad jurídica de su entramado
institucional marcan importantes diferencias con el resto de las
economías de la zona.
Una de las principales motivaciones der la crisis económica por la
que atraviesa Latinoamérica reside en la brutal caída de los precios de
las materias primas así como en el debilitamiento que en estos dos
últimos años ha presentado el comercio exterior entre China y una buena
parte de estos países. Por lo tanto, mientras estos dos factores
adversos persistan, Latinoamérica parece abocada a un crecimiento lento y
en todo caso por debajo de su potencial.
Los organismos internacionales que siguen de cerca la evolución de
esta importante zona del mundo no tienen muchas esperanzas de que el
clima económico revierta en un plazo breve de tiempo. La reciente subida
de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal ha provocado un
cierto agravamiento adicional de las expectativas económicas de la
zona. De ser así, la economía española tendrá que despedirse de uno de
los motores externos de nuestro crecimiento que en estos dos últimos
años nos ha permitido convertirnos en la economía más boyante de la zona
euro, entre los grandes países.
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