MOGADISCIO.- Dos décadas de guerra en Somalia
dejaron en ruinas las elegantes casas coloniales, pero del caos empiezan
ahora a emerger en la capital, Mogadiscio, nuevos proyectos
inmobiliarios, a menudo concebidos por los miembros de la diáspora a su
regreso al país.
Mogadiscio, situada a orillas del océano Índico y
presentada durante mucho tiempo como una de las ciudades más peligrosas
del mundo, goza de una relativa calma desde la retirada de los
islamistas shebab, a mediados de 2011. Los todavía habituales ataques de
estos militantes islamistas afiliados a Al Qaida no han disuadido a
algunos somalíes que se enriquecieron en el extranjero y que han vuelto a
casa para invertir en el sector inmobiliario.
A unos siete
kilómetros de la capital, en una antigua zona rural, las casas crecen
como champiñones. En las urbanizaciones de Daru Salaam, se han terminado
ya 50 edificaciones y habrá más, según la empresa constructora. El
proyecto, estimado en 20 millones de dólares (18 millones de euros),
financiados por el Salaam Somali Bank, se lanzó a principios de 2015
como una contribución a la reconstrucción del país.
"Es un nuevo
barrio donde los somalíes podrán comprarse casas a precios abordables
para abandonar los lugares superpoblados de Mogadiscio y venir a
instalarse aquí con su familia", señala Mohamed Abdullahi Ali, encargado
de las relaciones públicas del Salaam. "Según nuestros planes, vamos a
construir 500 viviendas que podrán en primer lugar acoger a 500
familias. A continuación, construiremos otras casas", añade.
En
Mogadiscio, decenas de miles de personas obligadas a abandonar sus
hogares viven aún en albergues improvisados fabricados con trozos de
plástico y tela, a menudo en medio de los edificios destruidos por los
combates.
Más de un millón de personas necesitan aún ayuda urgente en un país devastado por la hambruna en 2011, según Naciones Unidas.
Las
explosiones de coches bomba y los asesinatos siguen al orden del día.
Los shebab controlan todavía amplias zonas rurales, desde donde llevan a
cabo operaciones de guerrilla y atentados suicidas en la capital, a
pesar de los esfuerzos del Gobierno, apoyado por 22.000 soldados de la
fuerza de la Unión Africana.
Pero las calles de Daru Salaam
ofrecen una visión muy diferente de la ciudad. Para sus futuros
habitantes, las nuevas viviendas representan un lugar seguro donde
vivir. "Regresé a esta ciudad para comprar una casa nueva en el barrio
de Daru Salaam (...) Las casas están bien construidas", explica
Abdiqadar Jimale Roble, de 34 años, que abandonó Somalia rumbo a Suecia a
los 12 años. Su país empezaba entonces a sumirse en una guerra civil, a
mediados de los años 1990. "Abandoné Somalia durante mucho tiempo, pero
ahora regresé porque todo el mundo necesita su país y porque [Somalia]
avanza", explica. "Tenía que tomar parte en estos avances y todo el
mundo debería tener una casa en su país", agrega.
El
sector inmobiliario está considerado también como una oportunidad para
algunos de sacar provecho del dinero ganado en el extranjero.
Sadia
Sheij Ahmed, que también creció en Suecia tras haber huido de Somalia,
ha ayudado a miembros de su familia a comprar casas en Daru Salaam. "Al
principio queríamos comprar dos casas, pero ahora nosotros y nuestros
allegados hemos comprado ocho, que deberían estar terminadas
próximamente", explica.
Una casa de dos plantas cuesta 130.000
dólares (118.000 euros), mientras que un simple bungaló supone un
desembolso de 70.000 dólares (63.000 euros). Estas sumas siguen siendo
enormes en uno de los países más pobres del mundo, con un PIB de 284
dólares (261 euros) por habitante, según el Banco Mundial, si se tienen
en cuenta los 1.300 dólares (1.196 euros) de media en los países del
África subsahariana.
No obstante, la urbanización de Daru Salaam
se mantiene como un símbolo de los cambios que conoce Mogadiscio. "La
seguridad aquí es muy buena y no hay ningún problema", asegura Fuad
Ahmed Warsam, director comercial de la promotora inmobiliaria Daru
Salaam, que construye viviendas cuyo nombre significa "Casa de paz".
La
promotora tiene su sede en el corazón comercial de Mogadiscio, en el
mercado de Bakaara, donde tuvo lugar el famoso "Black Hawk Derribado" el
3 de octubre de 1993. Dos helicópteros estadounidenses fueron abatidos y
18 soldados murieron entonces durante esta batalla.
La
floreciente actividad comercial del mercado ha hecho olvidar desde
entonces las marcas de las balas. Según Warsam, el plan "es construir un
nuevo barrio en un buen ambiente y con una arquitectura nueva".
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