Este lunes negro de las Bolsas europeas, algo más negro en España y
en Italia, ha vuelto a recordar a los inversores que el continuado
descenso del petróleo puede ocasionar severos daños a algunos sectores
de la economía europea y estadounidense, en suma, de los países desarrollados. El olor a recesión ha vuelto a dominar en los ambientes
económicos, ya que no se ve salida a la evolución de los precios de las
materias primas y a la descontrolada situación del mercado petrolero,
con China en situación cada vez más debilitada.
Lo más destacado de la jornada de este lunes ha sido el varapalo que
han sufrido los bancos en toda Europa, un movimiento que ha afectado
también a la banca española aunque ha sido de las menos dañadas. Los
bancos con financiación otorgada a las compañías petroleras están viendo
cómo su valoración corre peligro y se enfrentan a posibles rebajas de
su calificación. Bancos alemanes e italianos, con caídas superiores al
9% en su valor este lunes, dejan constancia de los riesgos a los que se
enfrenten las entidades financieras de amplia base, ya que las
dificultades de pagos en países petroleros y en multinacionales del
petróleo pueden ocasionar un efecto en cadena sobre el sector financiero
mundial, que se dejará sentir en el conjunto de las economías
desarrolladas. Italia, en particular, vive adicionalmente una crisis
bancaria de envergadura y varios bancos de primera fila del país fueron
suspendidos de cotización momentáneamente este lunes. En el caso
italiano, la purga inmobiliaria (semejante a la que vivió la banca
española hace algo más de tres años) está detrás del fuerte deterioro de
este sector, al que posiblemente tenga que auxiliar en breve la Unión
Europea mediante un programa de ayuda de cierta amplitud.
Bancos alemanes de la mayor solidez han cerrado también con caídas de
hasta el 9% en esta negra sesión, que parece vaticinar nuevos recortes
en las cuentas de resultados, en las que están teniendo fuerte impacto
los bajos tipos de interés. Para los bancos, esa mezcla de tipos de
interés incluso negativos, con márgenes muy exiguos, más quebrantos
potenciales en algunos de sus deudores empresariales y estatales a causa
de la bajada de los precios del petróleo, puede ser explosiva. Los
bancos centrales se están empleando a fondo para evitar más de un
quebranto de campanillas.
En alguna medida, el fantasma de una nueva crisis financiera ha
rondado en las últimas horas por los mercados europeos, en los que la
reacción más visible ha sido la tendencia de los inversores en busca de
refugios seguros. La renta fija pública alemana ha sido, en los últimos
días, aunque de modo especial este lunes, la tabla de salvación a la que
se han acogido muchos náufragos del mercado. Los bonos alemanes a diez
años han recortado su rentabilidad (la rentabilidad cae cuando la
demanda de estos títulos sube y los precios de los activos se disparan
al alza) hasta niveles que no se veían desde hace tiempo, en torno al
0,23%, mientras el bono español de las mismas características ha subido
un poco, hasta el 1,76%.
Es decir, la distancia entre ambos (la denominada prima de riesgo) se
ha disparado al alza, hasta rebasar los 150 puntos básicos. Esta
ampliación de la prima de riesgo se ha producido sobre todo por la caída
de los tipos de interés alemanes, es decir, por la fortaleza del bono
de este país, que se ha convertido en el punto de amarre más buscado por
los inversores que este lunes apostaban en favor de la seguridad de
forma desesperada, comprando a toda prisa bonos del país germánico, cuya
solidez tras varios años de disciplina financiera bien gestionada es
capaz de atraer capitales de todos los rincones.
(*) Periodista y economista español
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