lunes, 8 de febrero de 2016

El precio del petróleo quita el sueño / Primo González *

Esta semana hemos conocido los decepcionantes resultados de las empresas petroleras multinacionales, Repsol incluida. La industria del petróleo está en estado de crisis y parece que va para largo. La caída del precio del crudo en un 70% en apenas un año, con posibilidades de que los niveles actuales de precios se mantengan por algunos años, está provocando cambios profundos en la economía mundial que aún están en sus prolegómenos.

Hay estimaciones que tratan de cuantificar el impresionante traslado de flujos de dinero desde los países productores de petróleo hacia los países consumidores. Esta transferencia de rentas es la mayor que se ha producido en la historia de la economía mundial y desde luego no va a pasar desapercibida. Cada vez que se conocen los rasgos de este movimiento de capitales se constata el impacto negativo que va a tener el hecho en todo el mundo, en todas las economías, sean productoras o consumidoras de energía derivada de los hidrocarburos. Por una vía o por otra, el impacto de este movimiento de transferencia de rentas se notará también en las economías occidentales.

La misma Christine Lagarde ha confesado estos días que no puede conciliar el sueño. Se refería a los problemas financieros que están aflorando cada vez con mayor énfasis entre los países petroleros. El caso de Nigeria, uno de los diez países más poblados del mundo y mayor potencia económica de África, ha sido la más reciente de las incidencias: acaba de pedir un crédito de emergencia al Banco Mundial para salir adelante en los próximos meses. El problema es que no será de unos pocos meses de lo que se trata sino posiblemente de un periodo bastante más dilatado y con una profundidad muy superior a la de un mero parche financiero.

Detrás de Nigeria van a venir bastantes economías más, ya que el descenso del precio del crudo ha segado las posibilidades de subsistencia de algunas otras economías que tienen en la exportación de crudo prácticamente un monocultivo. Ni qué decir tiene que Rusia, Venezuela y, en mucha menor medida Brasil, están en la lista de los países que van a pasar por serias dificultades en los próximos meses y posiblemente años. Carecen de otros medios, de otros recursos, para generar la renta necesaria con la que mantener sus niveles de gasto y por lo tanto su nivel de vida, lo que va a provocar importantes movimientos migratorios, como ya se anticipan algunos analistas políticos y sociales.

En cuanto a las pérdidas que han presentado estos días las multinacionales del petróleo, su solvencia financiera está quedando en entredicho y su capacidad para afrontar la devolución de sus cuantiosas deudas quedará muy mermada tras enfrentarse a importantes caídas del beneficio e incluso a pérdidas. Algunas de estas compañías salen de etapas de fuertes inversiones, por lo que su deuda es bastante elevada. La búsqueda de petróleo, con los precios por encima de los 100 dólares el barril hace un año, desató una fiebre que condujo a un aumento importante de la oferta y de las reservas, hasta el punto de que un país que era neto importador de petróleo como Estados Unidos se ha convertido en el mayor productor de crudo del mundo por delante de Arabia Saudí y de Rusia. Incluso empieza a exportar petróleo, algo ciertamente insólito.

Los problemas derivados de la caída del precio del petróleo no han hecho más que comenzar y veremos en los próximos meses importantes transformaciones en la vida económica, una de ellas el impacto negativo inducido en el sector financiero.

(*) Periodista y economista español


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