domingo, 21 de febrero de 2016

La salud de los bancos / Primo González *

Los bancos están, otra vez, en el epicentro de la inquietud económica. Ha sido todo muyrepentino, ya que hace unos pocos meses nadie – o casi nadie – sospechaba que el sector financiero iba a ser protagonista de un estado de inquietud que hoy sacude a los mercados y a las Bolsas, tanto en lo que atañe a la renta variable como a la renta fija emitida por los principales bancos del mundo. El sector vuelve a estar en cuestión, aunque hay un parecer muy extendido según el cual los bancos se encuentran en estos momentos en una situación de solidez muy superior a la del año 2008, cuando estalló la crisis de las hipotecas y todo lo que vino después.
Con el paso de los meses, los bancos, sin embargo, han ido acumulando nubarrones en su entorno. Ya lo de los tipos de interés en cero o en negativo es un auténtico riesgo de genocidio financiero. Si no se puede cobrar a los clientes por prestarle dinero, habrá que ver de dónde sacan sus ingresos los bancos. Si la diferencia entre lo que cobran por los créditos y lo que tienen que pagar a los ahorradores que les dejan el dinero en depósito es nula, ¿cómo se ganarán la vida?
La depresión de los tipos de interés está llegando incluso al contrasentido que ahora mismo trae de cabeza a los expertos: ¿qué hacer con los tipos negativos en el caso de las hipotecas? ¿Tendrán que pagar los bancos a los clientes de préstamos hipotecarios si el Euribor, tipo de referencia variable más utilizado en las hipotecas, se pone en media mensual negativa, como sucederá posiblemente este mes de agosto? Ese tema está devanando los sesos de los analistas y de los banqueros. ¿Cómo salir del contrasentido? Nadie lo sabe a ciencia cierta y desde luego el asunto es serio y puede llegar a los tribunales, con desenlace incierto.
La segunda cuestión que acecha a la salud y al status de los bancos en estos momentos es la derivada del precio del petróleo. Con la caída de los precios del crudo hasta niveles insólitos hay muchas empresas e incluso Estados a los que no les salen las cuentas. Y ese es un asunto al que difícilmente podrán sustraerse los bancos, en cuyos balances hay muchos créditos, mucha financiación concedida a compañías petroleras y a países del segmento del petróleo y de algunas materias primas muy interrelacionadas con el precio del crudo. Esos países y esas empresas van a tener dificultades en refinanciar unos créditos que hoy, a la vista de los precios del crudo, son fallidos potenciales.
La crisis de las hipotecas incrementó de forma considerable las carteras de créditos malos de los bancos y sus tasas de morosidad aumentaron con fuerza. De ahí las cuantiosas dotaciones que han debido realizar los bancos en los últimos años para preservar la calidad de los balances, una tarea que todavía no ha concluido. Pero, además, y para evitar que el asunto tuviera consecuencias similares en el futuro, las autoridades bancarias han presionado mediante nuevas regulaciones para forzar a la banca a destinar más recursos a reforzar los balances. Esta doble exigencia ha provocado un importante estrés al sector financiero, del que ahora parecía estar saliendo, justo cuando aparece una nueva oleada de activos precarios, los que está empezando a dejar en la cuneta la crisis del petróleo. ¿En cuánto aumentarán las partidas de créditos fallidos los bancos de todo el mundo como consecuencia de la caída de los precios del `petróleo? Nadie lo sabe, pero las sospechas están erizando el cabello de algunos supervisores.
Las precauciones de los inversores ante el estado real de los bancos no son, por lo tanto, nada gratuitas, aunque en algunos medios se está hablando de reacción excesiva de los mercados. Lo que sí parece anticipar el futuro inmediato es que las cotizaciones de los bancos no van a ser ajenas en el futuro inmediato a la evolución del precio del petróleo, lo que en alguna medida podría ser también una buena noticia para los inversores, ya que los actuales niveles del precio del petróleo parecen, por lo bajos, insostenibles.


(*) Periodista y economista español


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