miércoles, 10 de febrero de 2016

Mirando a los bancos centrales / Primo González *

Todo el mundo vuelve a mirar con insistencia a los bancos centrales, por si alguno es capaz de ofrecer soluciones tranquilizadoras o explicaciones plausibles a lo que está sucediendo en el mundo de la economía. Y hoy es momento de hacerlo con especial fijación con la Reserva Federal estadounidense, ya que la máxima responsable del banco central estadounidense ha de explicarse ante el Congreso de su país para arrojar alguna luz sobre lo que está pasando, sobre sus permanentes dudas en relación con los tipos de interés, si los vuelve a subir o si aplaza de nuevo cualquier tentación alcista (que parecería lo más ortodoxo) o si, por el contrario, aplaza una vez más el momento de elevar las tasas de interés, que casi todo el mundo creía que este año deberían subir en tres o cuatro ocasiones para recuperar la normalidad en los tipos de interés y en la conducción de la política monetaria.
Lo que está pasando realmente no está siendo capaz de explicarlo nadie, aunque son muchos los argumentos que suman explicaciones variopintas para tratar de centrar la cuestión. Uno de los problemas que dificultan la lectura de lo que está sucediendo en la economía y en los mercados es el hecho de que confluyen al mismo tiempo varios problemas de índole global, a los que se suman algunos de ámbito regional e incluso local. En el caso español, hay que valorar el impacto de la incertidumbre política, pero nadie podría demostrar que los males que aquejan a los mercados domésticos (la caída de la Bolsa, el aumento de la prima de riesgo…) se deben exclusivamente a la larga espera de un nuevo Gobierno y al déficit de gobernabilidad que afecta al país en estos momentos, con la particularidad de que no está clara una salida inmediata ni siquiera próxima a la actual situación.
Por encima de la posible influencia de la incertidumbre política en nuestro caso hay factores externos, de índole global, que tienen mucho más peso a la hora de influir en la volatilidad y en las caídas que viven los mercados. La caída del precio del petróleo y sus innumerables consecuencias negativas es uno de los motivos de mayor peso a la hora de explicar el negativo rumbo de la economía.
La delicada situación de los bancos, que trabajan con tipos cero o incluso negativos en un entorno que no tiene precedentes y que puede derivar en crisis financiera de dimensión incluso similar a la del año 2008, es uno de los temas clave del momento. Gigantes del sector como Deutsche Bank han tenido que enfrentarse a serios problemas de imagen de solvencia en los últimos días, tras registrar fuertes caídas en Bolsa.
¿Qué tienen los bancos que no padecían hace unos meses tan sólo? La respuesta está en la crisis de márgenes financieros que afecta a todo el sector, ya que los exiguos tipos de interés impiden generar ingresos y por lo tanto cierran la vía de la obtención de beneficios. Pero hay otros problemas adicionales que han hecho su aparición en las últimas semanas, uno de ellos, y no menor, es el derivado de la pérdida de valor de muchos de sus créditos, lo que cuestiona las posibilidades de recuperación y abre la vía a importantes volúmenes de créditos fallidos. Toda la financiación concedida a la industria petrolera está en cuarentena, al menos una parte sustancial de esta deuda, ya que las empresas del petróleo se enfrentan en los próximos meses a serias dificultades de rentabilidad y de devolución de su financiación recibida de la banca. Y esta expectativa está abriendo serias dudas sobre la sanidad del sector bancario en todo el mundo, bajo la doble presión de bajísimos márgenes y una calidad decreciente de sus activos.
El cúmulo de problemas no se agota en los dos mencionados (precio del petróleo y crisis bancaria en ciernes, ya de por sí bastante significativos) sino que tiene elementos añadidos de importancia también destacable, como la crisis de crecimiento en China, los precios de las materias primas, los problemas de las economías emergentes (algunos derivados de los bajos precios del petróleo, otros con raíces diferentes) o la inestabilidad de los mercados de divisas. Por si fuera poco, las recetas aplicadas por los bancos centrales hasta ahora han contribuido a paliar los problemas sólo en parte, pero nada parece indicar que los banqueros centrales hayan dado con la terapia necesaria. De momento, habrá que seguir viendo como lo siguen intentando.


(*) Periodista y economista español

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