miércoles, 23 de marzo de 2016

Los dinosaurios cubanos se topan con el meteorito Obama / José Sánchez Mendoza *

“No corresponde a Estados Unidos determinar la forma de Gobierno de Cuba ni tampoco su economía”, ha dicho Barack Obama en La Habana. Naturalmente que no: será la economía lo que determine la forma de Gobierno de Cuba, su evolución y sus propósitos, como siempre ha sido y siempre será en cualquier rincón del globo. La visita del presidente estadounidense a la isla, la cual se está desarrollando en un ambiente relajado y diplomáticamente saludable, es la mejor prueba de esta afirmación.

El es­ce­nario pos­t-­Fi­del, que du­rante tantas dé­cadas ha dado lugar a todo tipo de es­pe­cu­la­ciones utó­picas o dis­tó­pi­cas, ya está aquí. El mayor de los Castro aún no es un ca­dáver fí­sico pero po­lí­ti­ca­mente hace tiempo que está en­tu­me­cido por el rigor mor­tis, y ha sido el cambio de tes­tigo lo que ha per­mi­tido em­prender la senda que con­duce al mo­mento his­tó­rico que es­tamos vi­viendo. Raúl, al con­trario que su menos ra­zo­nable her­mano, ha sa­bido ver que no hay fu­turo para el pro­yecto cu­bano sin aper­tura a los flujos in­ver­so­res. La se­ni­lidad como motor de las re­la­ciones in­ter­na­cio­na­les.

El re­levo en el li­de­razgo del bas­tión so­cia­lista del Caribe es un re­flejo de los cam­bios acon­te­cidos en la tre­men­da­mente re­si­liente so­ciedad cu­bana. Ahora la an­torcha la porta una ge­ne­ra­ción a la que la pa­labra “Revolución” suena a vo­cablo ca­duco, ma­no­seado y a ve­ces, hasta pros­ti­tuido. Secretamente –por la cuenta que les trae- desean la de­fi­ni­tiva ex­tin­ción po­lí­tica de los di­no­sau­rios que con­trolan sus vi­das, ne­go­cios y ha­cienda. Obama ha lo­grado lo que lo que no con­si­guieron Papas ni je­rarcas so­vié­ti­cos: con­ver­tirse en el me­teo­rito. Un as­te­roide de cara ama­ble, pero que no de­jará tí­tere con ca­beza.

La nor­ma­li­za­ción de las re­la­ciones con Cuba no es sólo la mayor de las he­ren­cias que de­jará el bie­nin­ten­cio­nado aunque ma­nia­tado di­ri­gente afro­ame­ri­cano tras un man­dato de­cep­cio­nante. También re­pre­senta la con­ge­la­ción de las úl­timas pa­vesas de ese te­rrible fra­caso que fue –es- la Guerra Fría –lo de Corea del Norte no es sino una ma­cabra pa­ro­dia- y el primer paso hacia el asilo de la cua­drilla de no­na­ge­na­rios que aún rige los des­tinos de la isla. Raúl Castro se ha ba­jado del monte en un gesto con el que re­co­noce im­plí­ci­ta­mente que ni él ni su her­mano tienen asiento en el vuelo del siglo XXI. Una época en la que los ideales que de­fen­dieron han mu­tado en formas ex­trañas y co­rrup­tas, prin­ci­pal­mente de­bido a la de­riva de per­so­najes como ellos.

Queda mucho por ha­cer, desde luego. Apaciguar a los hal­cones con­ser­va­dores del Congreso y al ‘lobby’ cu­bano y ace­lerar la des­truc­ción le­gis­la­tiva del in­fame blo­queo –el error más pro­lon­gado de la Historia re­ciente- no es­taría mal para em­pe­zar. Quedémonos, no obs­tante, con este su­ma­rio: hace 54 años (un sus­piro en el reloj de la Historia) unos mi­siles so­vié­ticos em­pla­zados en la bella isla del Caribe es­tu­vieron a punto de llevar a la hu­ma­nidad al abismo nu­clear. Hoy, un man­da­tario yanqui se hace fotos en la Plaza de la Revolución con la efigie del Che de fondo. Y han sido los flujos eco­nó­mi­cos, que no en­tienden de ideo­lo­gías ni de pan­fle­tos, los ca­ta­li­za­dores del cam­bio.


(*) Periodista

https://www.capitalmadrid.com/2016/3/22/41624/los-dinosaurios-cubanos-se-topan-con-el-meteorito-obama.html 

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