MOSCÚ.- El Gobierno ruso
anunció hoy un plan anticrisis para contener la recesión económica y la
caída de los precios del petróleo, pero a renglón seguido admitió que no
dispone de dinero suficiente para financiarlo.
"Dada la situación creada, algunos puntos han sido formulados de tal
manera que se financiarán cuando sed disponga de fondos y dependiendo de
los resultados del primer semestre", dijo el primer ministro ruso,
Dmitri Medvédev, a los medios locales.
Medvédev, quien ya había retrasado durante varias semanas la firma
del plan, que debían haber sido aprobado a principios de año, anunció un
secreto a voces: la falta de fondos en las arcas del Estado ruso.
Aunque la prensa adelantó en su momento que el plan contenía casi
10.000 millones de euros, parte de los cuales se dedicaría a promover
las exportaciones de sectores desligados de las materias primas,
Medvédev no llegó a mencionar cifras concretas.
Destacó que el programa fue analizado detalladamente con el
presidente ruso, Vladímir Putin, y que "está destinado a garantizar un
desarrollo socioeconómico estable", pero sus medidas ya han sido
tachadas de insuficientes por los analistas.
El jefe del Ejecutivo ruso anunció el plan tras semanas de
desacuerdos entre el Gobierno y el Kremlin sobre sus fuentes de
financiación, ya que el ala más liberal del Ejecutivo propuso utilizar
las reservas anticrisis en manos de Putin, a lo que este se muestra
reticente.
La economía rusa, que se contrajo un 3,7 % en 2015, decrecerá este
año un 1 %, según las previsiones del Gobierno y el Fondo Monetario
Internacional, en gran medida debido a la reducción de los ingresos por
las exportaciones de hidrocarburos.
A esto se suma que 19 millones de rusos viven bajo el umbral de la
pobreza (10.000 rublos o 120 euros mensuales), tres millones más que en
2014, y que otro medio millón de rusos se encuentra al borde del
despido, según anunció hoy el Ministerio de Trabajo.
Medvédev explicó que éste tendrá dos vertientes: una de apoyo a la
población y a los sectores más afectados por la crisis y otra de
reformas estructurales.
En cuanto a la primera, los sectores que se beneficiarán del plan
anticrisis serán la agricultura, el sector de la automoción, la
industria ligera, la construcción de vivienda y la maquinaria agrícola y
de transporte.
"La otra tarea pendiente es ayudar a la gente para aliviar al máximo
las consecuencias de la recesión económica apoyando los presupuestos
regionales con el fin de garantizar el oportuno pago de los sueldos,
pensiones y subsidios", dijo.
Las medidas sociales de apoyo a las familias más desfavorecidas y de
promoción de empleo son cruciales para la suerte del partido del
Kremlin, Rusia Unida, ante las elecciones legislativas del próximo
septiembre.
Por otra parte, el objetivo de las reformas es introducir cambios
legales dirigidos a mejorar las condiciones para la producción y las
pequeñas y medianas empresas, con énfasis especial en "reducir la
presión administrativa sobre el mundo de los negocios".
Además, el gobierno financiará programas de empleo en las regiones,
donde el paro ha aumentado notablemente desde que la economía entrara en
recesión a finales de 2014.
Medvédev adelantó que el jueves próximo el gobierno estudiará un
proyecto que incluirá subsidios para regiones como Arjanguelsk en la
Rusia europea y Magadán, Chukotka, Jabarovsk y Amur en el extremo
oriente, las más afectadas por la crisis.
Según los expertos, el plan puede suavizar el impacto de la caída de
los ingresos por la exportación de petróleo y gas, pero no revertir la
tendencia a la baja de la economía, y sus puntos son solo parches que
únicamente alargará la agonía de un modelo obsoleto.
Faltan reformas estructurales que allanen el camino a la adopción de
un nuevo modelo productivo y un recorte en los gastos de defensa, ya que
el programa de rearme hasta 2020 aprobado por el Kremlin hipoteca
cualquier programa de ajuste o crecimiento económico.
Medvédev, quien ha reconocido que los ingresos por la exportación de
hidrocarburos han caído hasta el 45 %, tampoco llegó a mencionar el
programa de privatizaciones anunciado por Putin y que supone una
desviación del capitalismo de Estado que impera en este país.
De hecho, los expertos consideran que la privatización se ha
convertido en el nudo gordiano de la lucha contra la recesión, ya que,
si tiene éxito, el Gobierno ruso tendría más fondos y las manos más
libres para estimular el crecimiento y reformar.
Sólo la privatización del 19,5 % de Rosneft podría permitir al Estado
ruso embolsarse unos 6.000 millones de dólares, pese al dramático
descenso de la capitalización de los principales activos energéticos
rusos.
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