viernes, 4 de marzo de 2016

Crisis del agua en la cúspide de los riesgos globales / María Julia Mayoral*

Alrededor del 40 por ciento de la población en la Tierra sufre escasez de agua al menos durante un mes cada año, pero la crisis podría empeorar y plantea peligros globales de amplio espectro, corroboran diversas investigaciones.

Un estudio del Foro Económico Mundial estima que en los próximos 10 años los problemas en torno a la disponibilidad y la calidad de ese vital elemento ocuparán la posición cimera entre los riesgos de mayor alcance y connotación planetaria.

De mantenerse los actuales patrones de consumo, en apenas 15 años el déficit global en el suministro del líquido será del 40 por ciento, calculan expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), al considerar las demandas asociadas a la urbanización, el crecimiento demográfico, las producciones agrícolas e industriales y de energía.

Según datos de la ONU, en África subsahariana la proporción de habitantes con agua corriente en sus instalaciones bajó de 42 a 34 por ciento desde 1990, debido a la rápida y no planificada urbanización.

Estadísticas avaladas por Naciones Unidas confirman que mil millones de seres humanos viven en asentamientos irregulares, de los cuales el 90 por ciento se encuentra en países en desarrollo.

Los migrantes, los refugiados y los desplazados internos forman un grupo significativo y cada vez más numeroso de pobladores urbanos informales, pues no pueden permitirse mejores viviendas, evaluó en diciembre de 2015 el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa, por sus siglas en inglés).

Muchos de los asentamientos, agregó el Unfpa, se sitúan en zonas con una provisión de servicios deficiente y sin infraestructuras básicas como los servicios de salud, el acceso al agua potable y el saneamiento.

En términos de asimetrías, un análisis conjunto de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe y el Banco de Desarrollo de América Latina indicó que la región posee la mayor disponibilidad promedio de agua en el mundo (alrededor de 24 mil 400 metros cúbicos per cápita).

Sin embargo, una cifra superior a los 34 millones de habitantes carece de acceso a ese vital elemento y más de 106 millones no disponen de instalaciones mejoradas de saneamiento.

Para 2050 dos tercios de la población en el orbe vivirá en las ciudades, y resulta previsible que las exigencias del consumo de agua crezca en el 55 por ciento, debido fundamentalmente a la urbanización en las naciones menos avanzadas, precisó el Informe Mundial sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2015.

Científicos del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA y la Universidad de California, en Estados Unidos, verificaron recientemente una alarmante desigualdad en la distribución del agua; con regiones secas que resultan cada vez más áridas y, a la inversa, zonas húmedas donde crece el potencial.

Aunque ninguna situación extrema resulta favorable, en particular la progresiva escasez del líquido representa una amenaza para la seguridad y el desarrollo de numerosos países, sostiene el Consejo de InterAcción (IAC, por sus siglas en inglés), compuesto por un grupo de 40 exjefes de Estado.

En su informe titulado "La crisis global del agua: encarando un urgente tema de seguridad", el IAC señaló que antes de 2030 India y China adolecerán de suficiente agua potable para satisfacer sus necesidades y la escasez podría crear conflictos en detrimento de la estabilidad regional.

Distintos analistas coinciden en que el fenómeno, unido a la falta de alimentos y energía, actúa como catalizador de conflictos en diversas partes del orbe, entre ellas África y Oriente Medio.

Un artículo del columnista Nafeez Ahmed, publicado en el portal Middle East Eye, señala que los recortes drásticos del suministro del líquido no solo constituyen un problema para la producción de alimentos y la generación de electricidad, también inciden en la escalada de violencia en territorios como Iraq, Siria y Yemen.

Para el experto estadounidense y asesor gubernamental sobre gestión del agua Roger Patrick, es evidente que "la inestabilidad política en el polvorín que se ha convertido Oriente Medio y el riesgo potencial en otros países es a causa de esta circunstancia".

El texto presentado en Middle East Eye destaca las discrepancias entre Egipto y Etiopía, debido a la construcción de la presa Renaissance en territorio etíope, pues podría afectar la irrigación de las tierras egipcias por el río Nilo.

En enero de este año la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) notificó que Etiopía atraviesa la peor sequía en 30 años, lo cual atenta contra la seguridad alimentaria de 10,2 millones de personas.

De acuerdo con Nafeez Ahmed, en Siria la sequía podría avivar disturbios civiles en el país, mientras la pérdida de agua subterránea en la cuenca del Tigris y el Éufrates genera mayores complicaciones para Turquía, Iraq, Siria e Irán.

Tampoco debe obviarse el asunto hídrico en el contexto de la agresión de Israel a Palestina, pues la Franja de Gaza puede convertirse en inhabitable debido a la carestía de ese recurso.

Estimaciones de la FAO advierten que a la altura de 2050 el número de habitantes en el planeta rondará los nueve mil millones y hará falta más agua para producir el 60 por ciento de los alimentos adicionales necesarios para esa fecha.

A juicio de la institución, es preciso lograr un empleo "más eficiente, equitativo y respetuoso con el medio ambiente", y ello plantea cuestiones básicas como producir más alimentos con menos agua, crear posibilidades en las comunidades agrícolas para hacer frente a inundaciones y sequías, y aplicar tecnologías de agua potable capaces de proteger los ecosistemas.

El cambio climático conducirá a fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes e intensos, como sequías e inundaciones, con un impacto devastador en los sistemas de producción de alimentos, manifestó la FAO.

Por tanto, "una gestión racional del agua es esencial para aumentar la resiliencia (capacidad de una persona o grupo de recuperarse frente a la adversidad) para seguir proyectando el futuro de la sociedad contra estas amenazas cada vez mayores", recalcó el organismo.

De acuerdo con el Unfpa, sin contar otros eventos climáticos, solo las sequías, las temperaturas extremas y el riesgo de inundaciones provocarán que para 2030 alrededor de 319 millones de personas extremadamente pobres vivan en los 45 países más expuestos a esos peligros.

"Esta cuestión es un motivo de preocupación importante, dado que los riesgos de sequía e inundaciones se encuentran entre los factores más determinantes del empobrecimiento a largo plazo", reflexionó la entidad.

En los países pobres el agua utilizada por los sectores más vulnerables por lo general adolece de los requisitos mínimos para el consumo humano, mientras que las fuentes de abasto suelen estar distantes o las comunidades carecen de los medios necesarios para poder extraer el líquido.

Al decir de la ONU, la forma de gestionar el problema será determinante para la consecución o no de la mayoría de las metas de desarrollo sostenible suscritas por la comunidad internacional, pues el acceso al agua para fines domésticos y productivos influye de manera directa sobre la pobreza y la seguridad alimentaria.

La agenda para el desarrollo después de 2015 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible relativos a los recursos hídricos llaman a "garantizar la disponibilidad de agua y su ordenación sostenible y el saneamiento para todos".

Ningún proceso político, económico y social escapa a las amenazas multidimensionales del fenómeno expuesto, considerado con justeza como uno de los riesgos globales más trascendentes del siglo XXI.


* Periodista cubana

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