Son difíciles tiempos para la Unión Europea. En síntesis, una serie
de convulsiones externas han sacado a la luz las carencias de ese
proyecto y de esa realidad incompleta y débil y se han transformado en
convulsiones internas. Sin duda que la UE sigue siendo polo de atracción
y deseo de cientos de millones de personas que viven y malviven en
peores condiciones pero eso no debe ser excusa para dejar de analizarla
críticamente.
Crisis económica con devastadores efectos sociales y políticos,
guerras y conflictos en su entorno desde Siria e Irak hasta Libia y
Ucrania, refugiados políticos e inmigrantes económicos, terrorismo
“yihadista” hasta las cesiones al Reino Unido baja la amenaza del
“Brexit”. Todo ello ha caído sobre una unión que ha mostrado no ser tal.
Las contradicciones por proyectos políticos muy diferentes, los
deficientes mecanismos comunitarios de decisión, el debilitamiento de
esos órganos comunitarios frente a los intereses nacionales, el auge del
euroescepticismo y de los nacionalismos y de la xenofobia son males que
están ahí.
No se trata, como se afirma a veces, de un tema de falta de
liderazgo. Es algo mucho más profundo porque son temas que afectan al
cogollo de los estados miembros. No es liberalizar el comercio, es algo
mucho más importante porque se refieren a parcelas clave de soberanía de
cada país. Además, en épocas de bonanza todo es más fácil pero no
estamos, ni estaremos en muchos años, en esas épocas.
La crisis económica iniciada en Estados Unidos y allí ya superada
sigue presente en la unión, bajo el mandato alemán y con la regla única
de la austeridad calificada como “expansionista”, algo que ha mostrado
ya su fracaso. Crece el paro, la pobreza y la desigualdad con negativos
efectos sociales así como políticos (auge de los extremismos). ¿Dónde
está la “Europa de los Ciudadanos”?
La Unión se ha demostrado incapaz de enfrentar el problema de los
refugiados. Nada resume mejor el fracaso que el pasar de aquello de
“Refugiados bienvenidos” al actual de “Todos fuera” con centros de
recepción reemplazados por centros de detención. La Unión pisotea los
derechos humanos y sus principios fundadores. ¿No es posible que una
comunidad rica de más de 500 millones de personas resuelva los problema
de dos millones? Si fuese una comunidad de verdad los resolvería. O por
lo menos, lo intentaría también de verdad. ¿Dónde está la Europa
Solidaria?
Los recientes atentados terroristas han mostrado las carencias de sus
políticas antiterroristas. “Sus” en plural porque, como ha criticado el
propio Juncker, lo en su día acordado de medidas conjuntas no se ha
aplicado. Como pasa en el tema de los refugiados. No sólo los mecanismos
de decisión comunitarios son complejísimos y muy lentos sino que, de
manera creciente, lo acordado no se cumple.
También son bien conocidas las debilidades de la Unión en las crisis
de su entorno geográfico más próximo, caso de Libia o de Ucrania así
como en Siria, fuente del problema de los refugiados.
Siempre se dice, y es cierto en gran parte, que la Unión crece y
mejora en las crisis. Puede que esta vez sea así también. Pero la
dimensión y profundidad de estas varias crisis asusta y demanda
capacidad de liderazgo, hoy ausente en un continente cada vez más
envejecido, más dividido y con menos peso en el mundo.
(*) Economista del Estado en España
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