jueves, 3 de marzo de 2016

Escollos a la Unión Bancaria europea / Primo González *

En Europa sigue habiendo demasiados bancos, dicen los expertos del Banco Central Europeo y de algunas instituciones públicas que se ocupan de vigilar y supervisar al sector financiero. Como hay exceso de capacidad, sobre oficinas y se podría hacer lo mismo con mucha menos gente y estructura, la conclusión parece clara. Hay que consolidar al sector, unir entidades ahora que hay condiciones idóneas para ello porque a algunos bancos empiezan a no salirles los números debido a la proliferación de tipos cero. 

Cuando los tipos eran más altos e incluso altísimos, los márgenes que dejaba la operativa bancaria daban para todo tipo de dispendios. Ahora no, por lo que las fusiones pueden ser rentables y necesarias. Y no tardarán en llegar, algunas a escala nacional (España ha vivido una etapa de consolidación sin precedentes) y otras, las que posiblemente tienen ahora el turno, a escala supranacional, aunque esto último siempre choca con las veleidades nacionalistas, que se multiplican cuando se trata de asuntos bancarios debido a la elevada sensibilidad que existe sobre este sector.

La sugerencia de una aceleración en las fusiones bancarias, incluso entre bancos de diferentes países, afronta muchas dificultades, pero no son menores a las que presentan los esfuerzos políticos en el ámbito comunitario para construir la famosa Unión Bancaria, es decir, una regulación bancaria común, con un fondo de garantía de depósitos mancomunado (es decir, un fondo que garantice la seguridad de los depósitos de todos los europeos, sean del país que sean y pertenezca al país que sea la entidad bancaria afectada), además de una regulación común de las inversiones en Deuda Pública por parte de los bancos europeos. 

En la actualidad, y dado que los déficits públicos en Europa han aumentado con fuerza en la mayor parte de los países (Alemania aparte), los niveles de Deuda Pública están más altos que nunca y esta emisión masiva de deuda soberana ha sido posible porque los bancos nacionales de cada país emisor se han ocupado de ingerir dosis masivas de títulos públicos.

La ingesta masiva de bonos públicos por los bancos de algunos países cuyos Estados han emitido más Deuda Pública (España es un caso típico) ha llevado a algunos puristas a pedir que los bonos estatales no sean considerados libres de riesgo sino que sus compradores bancarios sean susceptibles de ser castigados mediante límites precisos, lo que conduciría, tarde o temprano, a frenar la compra de Deuda Pública `por parte de algunos Estados que, en caso de no poder contar con la ayuda de los bancos nacionales, tendrían que acudir a los mercados abiertos en mayor proporción, con el riesgo que ello implicaría para los costes de emisión, si es que no les daban con la puerta en las narices. Asunto, en suma, bastante complejo, al que antes o después tendrán que enfrentarse los reguladores bancarios y los políticos porque la situación ha llegado a resultar irrespirable.

En este contexto, está claro que los progresos de la Unión Bancaria van a ser dificultosos, ya que la idea de la mutualización (las deudas las pagamos entre todos, las haya contra-ido quien sea, lo que siempre apunta hacia los mismos, es decir, los menos solventes y más irresponsables en al manejo del gasto público) dividirá inevitablemente a los países de la UE en dos bandos irreconciliables. 

Uno, lógicamente con Alemania en cabeza, que no quiere saber nada del asunto, porque ve que va a ser siempre el pagador de todas las aventuras, y el otro apoyado, con mayor o menor énfasis, por la mayor parte de los demás países miembros de la UE. Puede que el proceso de consolidación bancaria y la suma de voluntades bancarias y financieras por encima de las fronteras nacionales dentro de la UE sirva para avanzar en la dirección correcta, es decir, hacia la Unión Bancaria. Pero, en cualquier caso, el objetivo se presenta difícil, complejo y, desde luego, lejano.


(*) Periodista y economista español


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