SHANGHÁI.- En una medida sin
precedentes en China, el banco central empezará a permitir por primera
vez a parte de los 600 millones de campesinos del gigante asiático
hipotecar sus propios hogares y tierras de cultivo para acceder a
créditos bancarios, a fin de estimular la economía rural.
Según anunció el Banco Popular de China (central) en un comunicado
publicado anoche, la medida se articulará a partir de un programa
piloto, primero en varias regiones seleccionadas en todo el país, con la
intención de que se puedan ir extendiendo después paulatinamente al
resto del territorio.
En todo caso, serán los bancos los responsables de fijar los tipos de
interés y los demás detalles de los créditos que concedan, así como de
simplificar sus procedimientos para facilitar el préstamo a quienes
deseen ofrecer sus terrenos como garantía, y al mismo tiempo de
fortalecer su control de riesgos.
La medida tiene especial interés en un país donde el propietario
último del suelo es el Estado, de manera que lo que tienen en sus manos
los campesinos, y lo que ahora pueden hipotecar, no es la propiedad
absoluta de sus terrenos, sino sus derechos de usufructo por un período
de tiempo, que suele ser de unos 75 años renovables.
Por este motivo no había sido posible hasta la fecha utilizarlos como
garantía para el crédito bancario, ya que los campesinos tampoco pueden
comprar ni vender la tierra que cultivan, un sistema que data de la
fundación del Estado, en 1949, por el que la tierra está colectivizada
bajo la supervisión de las autoridades locales.
Los críticos de este sistema señalan desde hace mucho que la
permanencia de estas limitaciones frena los ingresos de los campesinos y
evita que prospere la economía rural, de manera que el anuncio del
banco central podría ser un primer paso hacia una reforma del campo
chino hacia una economía de mercado.
Con todo, algunos analistas explican hoy en la prensa que la medida
seguramente disparará el crédito rural, pero también traerá
previsiblemente nuevos problemas, ya que los campesinos tienen
habitualmente ingresos muy limitados, por lo que es probable que muchos
no puedan (o ni se planteen) devolver el préstamo.
Hasta hace pocos años la población china era mayoritariamente rural,
aunque ya sólo el 46 por ciento sigue aún en zonas no urbanizadas, según
el Banco Mundial.
De extenderse la reforma anunciada hoy, podría fomentarse
indirectamente que, con el dinero prestado, cada vez más campesinos
emigren a las ciudades, y muchas de sus tierras acaben sin cultivar y en
manos de los bancos.
De hecho, las entidades bancarias chinas, casi todas estatales,
también tendrán que habituarse a este cambio, y probablemente les
llevará cierto tiempo, vaticinó hoy el analista Alan Jin, de la
corredora de bolsa Mizuho, al diario independiente "South China Morning
Post".
"¿Hasta qué punto van a querer los bancos prestar dinero contra esos
activos? Es algo totalmente nuevo, y si el préstamo no se devuelve a los
bancos les va a ser difícil liquidar los hogares hipotecados
(típicamente, en el campo chino, una casa con una parcela de terreno
cultivable)", señaló Jin.
Los bancos chinos son mucho más desconfiados y metódicos que en
Occidente a la hora de conceder créditos personales, por lo que no
funcionan sólo siguiendo si se cumplen o no ciertos baremos económicos,
sino que tienden a estudiar los riesgos de cada solicitante
prácticamente caso por caso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario