sábado, 19 de marzo de 2016

Despiste bursátil con los bancos / Primo González *

Las cotizaciones de los bancos tienen desconcertados a muchos inversores y ni siquiera los analistas se muestran convincentes a la hora de dar una valoración del sector. Este despiste generalizado, que queda levemente matizado por las diferencias que la Bolsa otorga a los diferentes bancos (a unos los castiga más y a otros menos), se ha acelerado tras la última oleada de reacciones a las medidas del Banco Central Europeo (BCE), cuya sana intención era la de animar la actividad económica mediante nuevos estímulos monetarios, cuya ruta de acceso era inducir nuevas bajadas en los tipos de interés.

Los banqueros llevan ya varias semanas lanzando mensajes inequívocos de que los bajos tipos de interés, incluso negativos, son una ruina para el sector. Todos los bancos centrales, salvo la Reserva Federal americana, están empeñados desde hace bastantes meses en abaratar el precio del dinero para que la economía encuentre motivos y estímulos para una mayor actividad. Pero los resultados de esas estrategias, que han inundado los circuitos financieros de liquidez, abaratando los costes de financiación, no acaban de dar los resultados deseados. 

Sólo en Estados Unidos hay una clara tendencia al alza en los tipos de interés, ya que la mayor economía del mundo ha llegado a una situación cercana a la asfixia en cuanto a cantidad de dinero circulando, lo que ha tenido buen efecto en la estimulación de la economía, pero no acaba de traducirse, como se deseaba, en una aceleración de la inflación. Y ahora los bancos parecen empezar a respirar algo más aliviados, ante el horizonte futuro en el que por fin se van a poder recuperar los márgenes del negocio típicamente bancario.

Pero en Europa estamos todavía en la etapa anterior, la de estimular a toda costa la economía. Y la única ocurrencia que se nos ha venido a la cabeza es la de fomentar al máximo las vías de liquidez bajando los tipos de interés, como ya han hecho en EE.UU. durante estos años. Con ello se abarata el acceso de los agentes económicos a la financiación. Pero este acceso no está resultando todo lo atractivo que se esperaba y, además, está creando problemas en el sector financiero, cuya viabilidad está cada vez más en solfa. Con la medicina para curar al enfermo (la baja inversión de las empresas y el aumento del consumo) se está erosionando la salud de los bancos, enfrentados a tasas de interés con las que apenas tienen para cubrir gastos.

Los bajos tipos de interés no sirven para ganar dinero en la actividad financiera por la sencilla razón de que desaparece buena parte de sus fuentes de ingresos, los diferenciales de tipos de interés entre los créditos y los depósitos. Los bancos tienen otras fuentes de ingresos, pero la más típica es la que se alimenta del margen financiero, de la diferencia entre cobrar intereses y pagar remuneraciones al ahorro. Y ese margen se ha estrechado tanto que prácticamente ha desaparecido.

Las recientes medidas del BCE han agudizado aún más esta penuria. Las Bolsas recogieron con mucho entusiasmo, incluso con euforia, las medidas del Banco Central Europeo de la semana pasada y así lo reflejaron las cotizaciones bancarias. Pero esa fue la primera reacción. Las posteriores han empezado a ser algo más críticas. Y hay algunos días en los que ese estado de vigilia y desconfianza en lo que puede suceder con el sector financiero se instala en la Bolsa y provoca importantes socavones. Hay algunos días en los que los nombres y circunstancias concretos de algunos bancos generan incertidumbre generalizada en el sector, como ha sucedido estos días con los negros presagios sobre el Deutsche Bank germano o sobre buena parte de la banca italiana. Los problemas de los bancos europeos van a estar previsiblemente sobre el tapete durante algún tiempo. Y la Bolsa dará buena cuenta de ello.


(*) Periodista y economista español


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