En una
columna de El País, David Trueba, director de cine, se hacía eco de los
2, 5 millones de artículos incautados por la Agencia Tributaria en su
mayoría de origen asiático. Ninguna alarma social, ninguna reacción
oficial por el daño de las falsificaciones descubiertas. ¿Han pasado de
matute a través de nuestras fronteras? El quebranto causado a los
competidores españoles no se ha evaluado ni siquiera advertido. Las
alarmas suenan cuando se trata de la entrada, consumada o no, de
inmigrantes.
Los
productos incautados solo suman una modesta parte de la cantidad
de mercancías asiáticas que desequilibran el saldo comercial de
España con el exterior y que han “hundido durante la pasada década
negocios prósperos que daban empleo a muchos de nuestros actuales
desempleados”. Son palabras de Trueba.
Las cifras de
comercio exterior que registra la Dirección General de Aduanas y que
se incorporan al informe de la Secretaria del Estado de Comercio
muestran una pista a seguir. Las cifras oficiales no separan
mercancías falsificadas o cuyos precios estén manipulados pero
su magnitud es tan significativa que ninguna administración de
un Estado “no fallido” debe desentenderse.
Un primer
fogonazo: las importaciones asiáticas (excluidas las del Oriente
Medio) en 2015 ascendieron a 50.000 millones de euros con una avance
interanual del 15.2 %. España compra en el Asia no exportadora de
petróleo el 16% de sus importaciones totales frente al 10.7% en
toda América o el 15 % en toda Europa, desde el RU a Rusia, no incluida
la eurozona.
El lejano oeste asiático es nuestro segundo
proveedor solo superado por la eurozona, pero su ritmo de
crecimiento, 15.2 % en 2015, deslumbra frente al 3.7% de las
importaciones totales.
En el epígrafe de países asiáticos
no exportadores de petróleo sobresale China con ventas a España
del orden de 23.600 millones en 2015 y una tasa de avance del 15%. Las
compras en Corea del Sur aumentaron en 2015 un 38% (2.300 millones
de euros), un 18% las de la India (3.100 millones de euros) o un 21 %
de crecimiento de Japón (3.200 millones de euros).
China es
el protagonista principal: 19.200 millones es el déficit español
anual. Compras por 23.6 MM de euros y ventas españolas de 4.4 MM de
euros.
Comentaba Paul Krugman que la victoria electoral de
Bernie Sander en Michigan frente a Hilary Clynton fue en buena medida
debida a los acuerdos comerciales, a las prácticas desleales de
China y otros países e incluso a un proceso de globalización en el
que la contrapartida “yo abro mi mercado si tu haces los mismo” no
se está cumpliendo.
El proteccionismo no es la solución pero
las ventajas del libre comercio se resquebrajan cuando se detectan
millones de mercancías fraudulentas que no tributan a Hacienda y
que genera una competencia desleal para las empresas, en este caso
españolas. Así lo señala un director de cine y escritor y lo
silencia economistas y administradores públicos.
El año
2015 ha finalizado con unas cifras de comercio exterior
relativamente positivas. La balanza de pagos por c/c ha
registrado un superávit de 16.706 millones de euros lejos del
déficit de 34.039 millones de euros de 2011 cuando el petróleo era
más caro y los tipos de interés que gravaban la deuda exterior eran
mucho más elevados. Obsérvese que en 2011 el déficit del epígrafe
“rentas corrientes” fue de 32.151 millones de euros y en 2015 de solo
10.661, es decir una tercera parte.
Las cuentas exteriores han
ido bien, en 2015 gracias a los precios del petróleo y los tipos de
interés, dos vientos de popa inesperados y fuertes. Ninguna
maniobra de proa sin embargo para afrontar las olas asiáticas.
¿Qué
hacer me pregunto desde mi banco de El Retiro?. La amenaza de los
grupos parlamentarios ha permitido que el gobierno en funciones
corrija su deriva humanística en el caso de los refugiados.
¿Ocurriría lo mismo si esos mismos grupos parlamentarios se
interesasen por el significado de las incautaciones de
mercancías asiáticas fraudulentas?
(*) Economista del Estado en España
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