MOSCÚ.- El mayor fabricante de automóviles
de Rusia, Avtovaz, anunció este lunes la partida de su jefe ejecutivo,
el sueco Bo Andersson, tras las fuertes pérdidas sufridas por el grupo
que cuenta con una participación mayoritaria de Renault-Nissan en su
capital.
Avtovaz, fabricante de los coches Lada, se vio golpeada
de lleno por la crisis económica rusa y sus pérdidas netas se
triplicaron en 2015, según datos publicados el mes pasado, que agravaron
los temores de una quiebra.
Andersson, que en 2013 se convirtió
en el primer dirigente de nacionalidad extranjera al frente del grupo
ruso, "prevé renunciar", indicó Avtovaz en un comunicado.
El
consejo de administración de la compañía se reunirá el 15 de marzo para
designar a su sucesor, quien deberá "dirigir la reorganización en su
próxima fase de operaciones", agregó.
Las ventas de coches
registraron una caída de 36% en 2015 en Rusia, doblemente golpeada por
el derrumbe del precio del petróleo y por las sanciones que le
impusieron los países occidentales por su implicación en la crisis de
Ucrania.
Las pérdidas de Avtovaz el año pasado se elevaron a
73.800 millones de rublos (928 millones de dólares, 847 millones de
euros), casi el triple que en 2014, cuando habían totalizado 25.000
millones de rublos.
Avtovaz, cuya sede se halla en la ciudad de
Togliatti, a orillas del Volga, tiene una plantilla de 44.000 operarios.
Desde 2013 cuenta con una participación mayoritaria de Renault-Nissan en su capital.
Serguei
Chemezov, presidente del holding público ruso Rostec, dueño del 25% de
las acciones de Avtovaz, ya había preconizado "cambiar de persona" al
frente del grupo, en declaraciones publicadas el viernes pasado por el
Wall Street Journal.
Andersson, un exejecutivo de General Motors, fue llamado para mejorar le eficiencia de Avtovaz, con instalaciones
que databan de la era soviética, y con tal fin suprimió en 2014 miles de
empleos.
Chemezov, un allegado
del preidente ruso, Vladimir Putin, apreció la labor de Andersson en lo
que a reducción de costes se refiere, pero criticó su gestión por haber
recurrido en exceso a proveedores extranjeros, en detrimento de la
industria rusa, y haber generado tensiones sociales con sus planes de
despidos masivos.
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