MADRID.- Los bancos que no
hagan un esfuerzo para adaptarse lo antes posible a las nuevas
tecnologías no podrán sobrevivir, ya que serán incapaces de competir con
las otras entidades en materia de rentabilidad, solvencia o
ciberseguridad.
Así lo ha explicado el socio responsable del
sector Financiero de KPMG en España, Francisco Uría, que ha añadido que
la digitalización ha dejado de ser una opción y se ha convertido en una
obligación para los bancos.
Y es que las entidades que se queden atrás, "simplemente no
sobrevivirán, dada la velocidad del cambio que estamos viviendo y el
creciente número de clientes que operan en formatos no presenciales", ha
dicho.
Por ello, las entidades que no sean capaces de gestionar "de forma
eficaz la información que tienen de sus clientes y les permitan
relacionarse con el banco a través del canal de su preferencia de un
modo igual de eficiente, no podrán enfrentarse a sus competidores", ni a
los antiguos ni a los nuevos.
La tecnología es y será una herramienta clave, no sólo para ofrecer
al cliente servicios y productos adaptados a sus gustos y necesidades,
sino también para "ayudar a las entidades a controlar sus costes y
mejorar su rentabilidad", explicó.
Además, los bancos que se queden atrás en sus inversiones en
tecnología afrontarán riesgos "inasumibles" en materia de ciberseguridad
y tendrán perdida de antemano la batalla de la eficiencia y la
rentabilidad, por lo que sus resultados se resentirán a medio y largo
plazo.
"Un banco que no es mínimamente rentable termina por afrontar problemas de capital", explicó.
En cuanto al papel que jugarán en el futuro del sector los gigantes
de internet como Google o Amazon, que están empezando a ofrecer algunos
servicios financieros, Uría aseguró que las entidades deben afrontar
"con confianza" la competencia de estos nuevos operadores.
La banca tiene una dilatada experiencia en la relación con sus
clientes, dispone de un conocimiento diferencial de ellos y una probada
capacidad para adaptarse a una regulación "muy exigente".
Por ello, para este experto, las ventajas de las que gozan estos
nuevos competidores ya no serán tantas cuando se ven obligados a cumplir
los mismos requisitos regulatorios que la banca para prestar servicios
equivalentes.
Además, aconsejó a los clientes bancarios que no olviden lo que ha
ocurrido en muchas ocasiones con operadores "escasamente regulados o
insuficientemente supervisados", como ocurrió con las hipotecas basura
en Estados Unidos, que fueron el origen de la crisis financiera que
comenzó en 2007.
"No debe olvidarse nunca que cuando el cliente contrata un depósito
para que el banco preste, el riesgo de que el préstamo no sea devuelto
lo corre el banco, sin que el cliente padezca un riesgo real de pérdida
de su depósito", añadió.
En cuanto a la percepción que tiene la gente sobre los bancos, Uría
recordó que la crisis financiera y algunos episodios que se han
producido durante la misma han afectado a la imagen del sector y al
final han terminado pagando "justos por pecadores".
Preguntado por cómo serían las oficinas bancarias del futuro, Uría
consideró que tendrán que adaptarse "a un entorno en el que el manejo de
dinero en efectivo y la transaccionalidad serán cada vez menos
importantes".
En consecuencia, las oficinas bancarias tendrán que ofrecer servicios
de valor añadido y convertirse en plataformas atractivas de venta de
productos y servicios, capaces de captar también la atención de los
clientes jóvenes, los más reacios a acudir al banco, puesto que lo hacen
ya casi todo con el móvil.
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