WASHINGTON.- El chiste común es
que la mejor respuesta que puede dar un economista es siempre "depende".
Y algo de eso hay cuando sale a relucir el debate sobre el estado de la
economía de Estados Unidos, especialmente en un año electoral como el
actual y tras la aguda crisis de 2008-09.
"La economía está trucada", "El desempleo real no es del 5 %, sino el
doble", "El salario mínimo es de hambre" son algunas de las frases
esgrimidas por el senador y aspirante a la candidatura presidencial
demócrata Bernie Sanders.
Sanders, que se describe como socialista democrático, ha hecho de la
creciente desigualdad de ingresos en Estados Unidos la punta de lanza de
su exitosa campaña, que ha logrado poner nerviosa a la favorita para la
nominación demócrata, Hillary Clinton.
"La clase media en este país, a lo largo de las últimas décadas, ha
ido desapareciendo", reitera en sus mítines el senador por Vermont,
quien ha señalado a Clinton como parte del problema por sus fuertes
vínculos con adinerados donantes de Wall Street.
Como contraste, alguien que no puede ser acusado de falta de
credenciales demócratas, el actual presidente de Estados Unidos, Barack
Obama, quien en las últimas semanas ha realizado varios viajes dentro
del país para remarcar los logros alcanzados en materia económica desde
que llegó a la Casa Blanca en 2009.
"La economía estadounidense está significativamente mejor que en
2008. Quien dice lo contrario no está diciendo la verdad", remarcó Obama
la pasada semana en Jacksonville (Florida) al recordar la dramática
crisis financiera y la consiguiente recesión, la mayor en ocho décadas
en Estados Unidos.
A comienzos de febrero, tras conocerse el dato de la tasa de
desempleo de enero que se ubicó en el 4,9 %, Obama compareció de forma
no anunciada en la sala de prensa de la Casa Blanca para recalcar que se
trataba de la cifra más baja "en 8 años" y se había reducido a la mitad
tras superar el 10 % en 2010.
Estados Unidos se ha recuperado "más rápido, mejor, y de manera más
duradera" que otros países desde la "dolorosa" crisis financiera de
2008-09, agregó el presidente.
En una línea similar, se explicó el multimillonario inversor Warren
Buffet, consejero delegado de Berkshire Hathaway, en su habitual carta
anual a sus accionistas.
"Muchos estadounidenses creen ahora que sus hijos no vivirán tan bien
como ellos. Esa visión está completamente equivocada: los bebés nacidos
en Estados Unidos hoy serán la cosecha más afortunada en la historia",
afirmó.
Buffet, de 85 años y considerado la segunda persona más rica del país
con una fortuna estimada de 62.000 millones de dólares, recordó que
"durante 240 años ha sido un error terrible apostar contra Estados
Unidos", y subrayó que "ahora no es el momento de comenzar".
Por contra, y como era de esperar desde el bando republicano, las críticas son menos previsibles, pero igual de frontales.
Es el caso del sorprendente líder de las encuestas sobre la
nominación presidencial republicana, el magnate neoyorquino Donald
Trump, cuyo lema de campaña es toda una declaración de intenciones:
"Volvamos a hacer Estados Unidos grande de nuevo".
"Creo que estamos en un cierto tipo de recesión. Tenemos millones de
personas sin trabajo, y los empleos que hay son malos", dijo Trump en
una entrevista en CNBC.
El magnate, que no deja ocasión de hacer gala de su historial como
empresario, remarcó que el país está inmerso "en una burbuja que acabará
estallando", y aventuró que "entonces, sí que va a ser feo".
Más allá de las peleas políticas, en los últimos meses y dados los
recientes episodios de volatilidad financiera y debilidad global, el
debate acerca de la amenaza de un nuevo periodo recesivo ha vuelto a
emerger también en círculos académicos sobre la economía estadounidense,
que ha venido creciendo a un ritmo anual del 2,4 % en los pasados dos
años consecutivas.
"No estamos en recesión, pero sí que creo que tenemos un riesgo de
caer en recesión. Mi estimación es que tenemos unas probabilidades de
una entre tres este año, y de una entre dos en los próximos dos años",
aseguró Larry Summers, exsecretario del Tesoro y profesor de Economía de
la Universidad de Harvard en un reciente artículo.
Summers precisó que todo dependerá de si la Reserva Federal (Fed)
lleva a cabo un ajuste monetario apresurado, y no es capaz de reconocer
que la economía "aún necesita respaldo".
También matizada es la opinión de otro de los grandes economistas
estadounidenses, el nobel Paul Krugman, un gran defensor de Obama, quien
reconoce los persistentes problemas de fondo.
"La actual es una economía que no está mal, pero de ninguna manera es
una gran economía", afirmó en una de sus recientes columnas en el
diario The New York Times.
Para Krugman, "el desempleo es bajo, pero eso tiene mucho que ver con
el declive en la fracción de la población que busca trabajo; y la
debilidad de los salarios asegura que eso no parezca algo cercano a
prosperidad".
"Sin embargo", añadió en una declaración casi estándar entre los economistas, "las cosas podrían ser peores".
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