Cuando el barril de petróleo rueda cuesta abajo, tanto en sus
variables económicas como en las políticas y las económico-políticas,
las consecuencias resultantes se resuelven en efectos de alcance
estructural. Especialmente cuando el factor barril, por unas cosas o por
otras, es de una cualificada potencia relativa. En el megasuceso de
Brasil, por la magnitud el suceso de “Petrobras”, igual por abundancia
amazónica del yacimiento submarino en el Atlántico – vecino en parte de
sus hermanos angoleños -, que ha succionado críticamente el equilibrio
moral de la clase política brasileña.
Y antes en el tiempo, en el caso de Venezuela, porque eran tantas sus
potencialidades que los Gobierno del país, cegados por tan inmensa
riqueza de oro negro en la cuenca del Orinoco – engolfados en el
“monocultivo “- abandonaron toda fuente de producción que no fuera la de
la industria extractiva del oro negro. Y así, cuando en el chavismo
vinieron las vacas flacas, llegó el crujir de dientes; tanto por la
bajada de ingresos que comportaba la caída del precio del barril, como
por la dilapidación consumada de los fondos acumulados en el altar de
las fantasías ideológicas en las que deliraba el “Socialismo del Siglo
XXI”.
Una dilapidación dónde se incluyó, sostenidamente, el riego de las
adhesiones hemisféricas a la retórica populista hispanoamericana acuñada
desde Caracas y, como cláusula de estilo, el riego de las franquicias
populistas operantes en el agitado foro de la metrópoli española.
Pero, deflactado en su correspondiente medida el rango de causalidad
atribuible al peso distorsionador del petróleo atlántico de Brasil, es
lo más relevante y singular, en este enorme suceso de defección política
que engulle al actual Gobierno de Brasil, el monstruoso olvido de
cuánto el “lulismo” – encarnado por el anterior Presidente y la actual Jefe del Estado – hizo para rescatar el Brasil
del marasmo político y económico en que se debatía, cumplida la
transición a la democracia desde el último ciclo autoritario y resuelto
por Lula da Silva el problema de la deuda externa en que el país se
debatía. Un éxito de gestión internacional de enorme similitud y gran
paralelismo con el logro del presidente Macri, en Argentina, con los
Fondos Buitre.
http://www.republica.com/espacio-de-batientes/2016/03/31/la-inestabilidad-de-brasil-sumada-a-la-de-venezuela/
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