PARÍS.- La "guerra de monedas" parece
registrar una tregua en las últimas semanas, pero los analistas se
preguntan si los bancos centrales pueden realmente abstenerse de
intervenir en el mercado de las divisas.
"La guerra de las monedas
es en realidad una guerra entre bancos centrales que luchan por sus
propios intereses", explicó Sylvain Loganadin, analista de FXCM.
Según los economistas del banco HSBC, en el último tiempo ha habido "una tregua" en la guerra mundial de las divisas.
Agotado por la batalla, parece que el Banco Central Europeo (BCE) abandonó su combate para apuntalar la inflación mediante una tasa de cambio debilitada", afirmó el equipo de expertos.
Los
analistas del HSBC apuntaron a que el Banco de Japón (BoJ) se dio
cuenta de los límites que tiene la guerra de monedas cuando el
establecimiento de tasas de interés negativas no logró debilitar al yen.
El
BCE, por su parte, pareció tirar la toalla el 10 de marzo pasado,
cuando centró sus acciones para impulsar la economía en el acceso al
crédito, tomando distancia de sus objetivos de un euro débil, en un
contexto de turbulencias en los mercados mundiales desde el principio de
este año.
"Los bancos centrales han innovado y ajustado sus discursos", destacaron los economistas de Barclays.
La
BCE centra su atención en el crédito y la estimulación de la demanda
interna, mientras que la Reserva Federal en Estados Unidos, "también
sorprendió a los mercados, pero de una forma diferente", mostrándose
prudente, lo que debilitó al dólar, señalaron los expertos.
"En
el contexto mundial de los últimos meses, la reacción del BCE y de la
Fed puede hacer pensar que hubo una especie de acuerdo implícito entre
los grandes bancos centrales" en la reunión del G-20 de finales de
febrero en Shanghái, destacó Barclays.
Para HSBC, la estrecha
horquilla en la que se mueve el par euro-dolar en estas últimas semanas
se corresponde con la idea que algunos tienen de una acción coordinada
de los bancos centrales.
Pero, si existe un acuerdo de este tipo,
¿por qué mantenerlo en secreto?, se pregunta Julian Jessop, economista
de Capital Economics.
"Si los responsables pensaran que las tasas
de cambio están realmente peligrosamente alejadas de los fundamentales
(de la economía) y que la fuerza del dólar constituye un problema mayor.
¿Por qué no decirlo?", estimó Jessop.
En
la práctica, esta es una coordinación complicada, ya que los intereses
de los bancos centrales, la Fed por un lado y el BCE y el BoJ por otro,
siguen siendo diametralmente opuestos, ya que cada emisor necesita que
su moneda se debilite frente a las otras.
"El objetivo de una
devaluación de la moneda es estimular las exportaciones para compensar
un crecimiento débil y hacer que la inflación se acelere y que aumenten
el precio de las importaciones", recuerda Jasper Lawler,
analista de CMC Markets.
Para
Sylvain Loganadin, "los bancos centrales necesitan poder controlar, al
menos un mínimo, para cumplir con algunos objetivos de sus mandatos".
"Si
las monedas ya no están controladas por los bancos centrales, vamos a
tener movimientos de mercado similares a los de la 'Bitcoin', con
fuertes periodos de especulación, seguidos de estallidos de burbujas, lo
que tendría un impacto fuerte en la economía real, alternando fases de
hiperinflación y de deflación", advirtió Loganadin.
Sin embargo, cualquier posible acuerdo o tregua depende de un elemento volátil: China, cuya divisa sigue estando bajo control.
El
Banco Central de China "tiene la tendencia a andar por su cuenta para
adoptar medidas sorpresas" cuyos efectos "se propagan en seguida hacia
Estados Unidos y Europa", observó Loganadin.
Y esta imprevisibilidad de la segunda economía mundial sigue siendo una fuente de inquietud mayor para los operadores.
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