En los últimos días, las declaraciones que vienen realizando algunos
altos dirigentes del Fondo Monetario Internacional (FMI) han contribuido
a expandir un cierto pesimismo en medios bursátiles y económicos. La
llama del crecimiento económico global parece estar apagándose. No son
solo los países emergentes los que están padeciendo una crisis de
actividad considerable. También China, con su enorme potencial de
crecimiento está entrando en una fase de menor agresividad expansiva,
con amplios sectores industriales plegando levas.
Tampoco la Eurozona
acaba de salir adelante y en Estados Unidos es en donde mejor parecen ir
las cosas de toda la economía global, pero lo cierto es que la Reserva
Federal estadounidense no se atreve a subir los tipos de interés por
temor a castigar la salud de la mayor economía del mundo, que entre
líneas se reconoce que no está tan bien como parece.
Las declaraciones mencionadas de la cúpula del FMI parecen estar
preparando el terreno para un anuncio en fechas próximas de las
previsiones económicas globales claramente recortadas en relación con
las que se habían dado a conocer el pasado otoño. Tales previsiones ya
resultan poco sostenibles a estas alturas, a la vista de los numerosos
percances que se están produciendo.
Lo peor de esta rebaja de perspectivas económicas es el entorno
político en el que se están produciendo ya que en los últimos meses las
cosas se han complicado bastante en el tablero internacional. La crisis
de los refugiados en Europa, el avance de los partidos políticos
radicales en algunas zonas, Europa incluida, la decisión británica de
someter en junio próximo a consulta su permanencia o no en la Unión
Europea, la inacabable guerra en Siria e Irak y los atentados
terroristas de estas últimas semanas, son algunos de los factores que
están contribuyendo a empeorar el ánimo de los ciudadanos y, como
derivación de ello, su predisposición a tomar medidas que se traduzcan
en un mayor dinamismo económico, sobre todo en materia de inversión y de
consumo.
Adicionalmente, algunos países viven vísperas de cambios políticos
importantes, ya que la era Obama está llegando a su fin sin que exista
un sucesor favorito que destaque con nitidez sobre los demás, aportando
altas dosis de incertidumbre política al país más poderoso e influyente
del mundo. También Francia se prepara para un más que probable relevo al
frente de la Presidencia, con un abanico de candidatos muy abierto y en
el que cabe incluso opciones bastante extremistas.
Al mismo tiempo, estamos viviendo unos acontecimientos económicos
bastante insólitos y sin precedentes, como la caída a mínimos de hace
muchos años del precio del petróleo y, sobre todo, la etapa de tipos de
interés cero o negativos que predominan en las principales zonas
económicas del mundo, con actuaciones sin precedentes por parte de los
bancos centrales. La actuación de estos está multiplicando la masa
monetaria de forma posiblemente peligrosa y de difícil marcha atrás,
poniendo los cimientos de una nueva fase correctora que exigirá
políticas muy duras en el futuro, cuando a la vuelta de dos años
(periodo que se considera va a ser necesario mantener las actuales
políticas monetarias expansivas) los Gobiernos traten de consolidar
políticas más ortodoxas en lo económico y en lo financiero.
Se ha especulado en algunos ambientes económicos con la hipótesis de
que nos encontremos en vísperas de una nueva crisis económica similar a
la que se inició hace algo más de siete años y de la que tanto nos ha
costado salir. Habrá que estar preparados para tal eventualidad.
(*) Periodista y economista español
No hay comentarios:
Publicar un comentario