miércoles, 20 de abril de 2016

El boicot a Israel cobra fuerza

TEL AVIV.- Cuando se corrió la voz de que la compañía de cosméticos Ahava se retiraba de la Cisjordania ocupada, los israelíes se alarmaron por lo que consideran una decisión tomada bajo presión, pero los partidarios del bloqueo cantaron victoria.

La empresa israelí, que exporta cremas a base de sales minerales del mar Muerto, informó en marzo que instalaba una fábrica más en Israel pero no confirmó el cierre de la de Cisjordania, un territorio palestino ocupado desde hace casi medio siglo.
Pese a la incertidumbre, los militantes de BDS (Boicot Desinversión y Sanciones) lo consideran todo un éxito. Y es que el lanzamiento de su campaña, que llama a boicotear productos israelíes, así como relaciones culturales y académicas con Israel mientras siga la ocupación, parece estar despegando.
El movimiento nació hace diez años en Cisjordania, donde más de 2,8 millones de palestinos viven en tensión permanente con 600.000 colonos israelíes. La comunidad internacional considera a estos últimos como el principal obstáculo para la paz y recuerda que sus viviendas, muy subvencionadas por el Estado, son ilegales.
Sus partidarios aseguran que varias empresas han abandonado Cisjordania bajo presión, como la israelí de bebidas SodaStream en 2015. El gigante británico-danés de seguridad G4S ha llegado más lejos, retirándose de Israel.
Varias empresas en Cisjordania se vanaglorian de estar creciendo y hacen caso omiso no sólo del boicot sino también de la decisión de la Unión Europea de especificar en las etiquetas el origen de los productos cuando provienen de las colonias de los territorios ocupados.
Sea como fuere, Israel asegura tomar en serio el BDS y este año desembolsó 31 millones de dólares para la lucha contra esta campaña, que constituye una "amenaza estratégica", según los dirigentes israelíes.
El ministro de Asuntos Estratégicos, Gilad Erdan, declaró recientemente su intención de "torpedear en tiempo real el BDS e incluso ir un paso por delante de él".
El BDS afirma inspirarse en la lucha contra el apartheid de los años 1980 y desmiente las acusaciones de antisemitismo formuladas contra él.
"No pueden responder con sus herramientas tradicionales, acusarnos de ser terroristas o de estar financiados por terroristas, porque el mundo puede ver fácilmente que no es verdad", afirmó Jamal Juma, miembro del comité ejecutivo de BDS en Ramala. "Entonces intentan criminalizar el movimiento a nivel internacional" tachándolo de antisemita.
La ONG israelí Goush Shalom, que milita contra la ocupación, afirma que una miríada de empresas se fueron de Cisjordania en los últimos años y otras más pequeñas también están bajo presión.
Algunos advierten de que no darán su brazo a torcer. Yaakov Berg, que fabrica cada año 250.000 botellas de vino Psagot en los territorios ocupados, afirma haber rechazado ofertas de millones de dólares porque los inversores le instaban a relocalizarse en Israel. "No me iré nunca de aquí", dice.
Globalmente, el impacto en la economía israelí sigue siendo limitado. Las colonias sólo representan entre el 2 y el 3% del comercio israelí y según el Consejo Yesha, que representa a los colonos, acogían a 890 fábricas en 2015 contra 680 en 2011.
Pero, según Ofer Zalsberg, de International Crisis Group, las grandes empresas que hubieran invertido en las colonias hace tan sólo cinco años ahora se lo piensan dos veces.
Israel teme que BDS provoque un cambio en las reglas del juego, asegura Zalsberg. Entre sus temores figura que se excluya a los colonos de los procedimientos de obtención automático de visados hacia Estados europeos.
El periodista israelí Ben-Dror Yemeni hace campaña contra BDS pero reconoce que "por el momento la batalla se libra a nivel de la opinión pública occidental y los militantes BDS podrían ganarla".
Israel prefiere la vía judicial. Cuarenta abogados siguen desde hace dos años una estrategia bien definida, dice Ron Lauder, a la cabeza del Congreso judío mundial. "En el frente jurídico somos ganadores", se congratula.
La estrategia ha dado fruto: Francia prohibió el BDS en octubre y siete estados estadounidenses adoptaron resoluciones condenándolo. Canadá ha seguido sus pasos.

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