WASHINGTON.- España y Reino Unido
se colocaron hoy bajo la lupa de la opinión pública en el caso de los
papeles de Panamá, que han destapado miles de empresas y activos opacos
en todo el mundo y que ya han comenzado a influir en las normas fiscales
de varios países, como Nueva Zelanda.
Las revelaciones publicadas por medios afiliados al Consorcio
Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), con sede en
Washington, sobre miles de empresas y activos opacos creados en
numerosos países a través del bufete panameño Mossack Fonseca
continuaron hoy generando reacciones.
Durante la jornada, se pusieron de relieve los desacuerdos entre
Panamá, que defiende que la evasión fiscal es un problema mundial, y
organismos como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE), que pide más transparencia y colaboración al país
centroamericano para evitar la evasión de impuestos.
"A pesar de su nombre, los 'papeles de Panamá' no se refieren
principalmente a Panamá. Ni siquiera tratan principalmente de empresas
de Panamá", defiende el presidente panameño, Juan Carlos Varela, en un
artículo de opinión publicado en el diario The New York Times.
Desde el estallido del escándalo, el Gobierno panameño ha tratado de
defender los "altos estándares de transparencia" de su sistema
financiero frente a las fuertes críticas del exterior y la decisión de
Francia de tomar la iniciativa y volver a incluir a Panamá en su lista
de paraísos fiscales.
No obstante, las filtraciones también han abierto interrogantes sobre
otros países, como Nueva Zelanda, donde el Gobierno anunció hoy que
revisará sus leyes de fideicomiso.
La vulnerabilidad del marco legal neozelandés ha permitido
supuestamente que numerosas empresas vinculadas a las estructuras
internacionales de evasión de impuestos anidaran en ese país y, por eso,
ahora las autoridades quieren revisar las reglas y ver si pueden
mejorarlas.
Al paso de los posibles interrogantes sobre EEUU, una de las naciones
menos mencionadas en las filtraciones, salió el secretario del Tesoro,
Jack Lew, quien defendió que el sistema impositivo del país está "entre
los mejores del mundo", aunque admitió también que hay "más trabajo" por
hacer para "cerrar lagunas fiscales".
A pesar del debate de fondo, el impacto de la filtración siguió
sintiéndose hoy en Reino Unido, donde el primer ministro británico,
David Cameron, compareció ante la Cámara de los Comunes para disipar la
controversia surgida a raíz de las filtraciones y su participación en un
fondo de inversión en un paraíso fiscal.
En respuesta, Cameron anunció que se elaborará una nueva ley para
perseguir a bufetes y bancos que ayuden a sus clientes a cometer fraude
fiscal y reveló además un acuerdo con prácticamente todas las
dependencias de la Corona británica para compartir información fiscal
con Londres, incluidas las islas Vírgenes, las islas Caimán y la isla de
Man.
También en Europa, el ministro de Industria, Energía y Turismo de
España en funciones, José Manuel Soria, apareció en los papeles de
Panamá como administrador de una sociedad en Bahamas durante unos meses
del año 1992, algo que él negó "tajantemente" y que ha causado un enorme
revuelo político.
Las reacciones no se hicieron esperar por parte de diversos partidos
políticos de la oposición, que pidieron responsabilidades e incluso la
dimisión del ministro español.
La semana promete seguir generando reacciones a los papeles de Panamá
de influyentes instituciones y poderosos grupos de países, como el G-20
(países desarrollados y emergentes), que se darán cita esta semana en
Washington coincidiendo con la reunión de primavera del Fondo Monetario
Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).
El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, anunció este fin
de semana que tiene intención de pedir la cooperación de los socios del
G-20 para reforzar la lucha contra el blanqueo de capitales y la evasión
fiscal, según informaron los diarios "Handelsblatt" y "Die Welt".
Este domingo se cumplió una semana de la masiva filtración que
salpica a 140 políticos y funcionarios de todo el planeta y que ya ha
provocado la dimisión como primer ministro de Islandia del liberal
Sigmundur David Gunnlaugsson.
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