miércoles, 13 de abril de 2016

A pesar de todo, buenas previsiones económicas / Primo González *

La economía española ha salido bastante bien parada de la revisión de previsiones anunciada este martes por el Fondo Monetario Internacional (FMI). El PIB español, según los analistas del Fondo, crecerá este año un 2,6%, apenas una décima menos de lo previsto hace unos meses (enero, un recorte que nos deja en una excelente posición comparativa con el resto de las grandes economías o bloques económicos, entre los cuales han rebajas de dos décimas e incluso superiores (Reino Unido, tres décimas menos de lo previsto y Japón cinco décimas menos, por hablar de los países desarrollados que más nos conciernen.

Además del escaso recorte de las previsiones, España mantiene un ritmo de crecimiento, siempre según las estimaciones del FMI, bastante elevado, del 2,6%, frente al 1,5% previsto para la Eurozona, el 2,4% para Estados Unidos y el 1,9% para las economías desarrolladas. En la Eurozona, entre las grandes economías, la que más se aproxima es Alemania, con una previsión de crecimiento del 1,5%. España se mantendrá, por lo tanto, como la economía más dinámica de la zona euro durante este año,   si se consideran las cifras de las economías de mayor nivel, es decir, de las cuatro grandes. A Italia, por ejemplo, le han revisado a la baja el crecimiento en tres décimas, hasta el 1%.

Por lo tanto, la desgraciada circunstancia política que tanto preocupa a los medios económicos (el retraso en la formación de un Gobierno estable) tiene por el momento, y siempre de acuerdo con las previsiones, una importancia relativa. Bien es verdad que, de existir una situación política óptima, a lo mejor la economía española habría sido merecedora de una revisión al alza en las previsiones, en vez de tener que conformarnos con un 2,6% de subida del PIB durante este año en el que el país parece condenado a vivir sin Gobierno salido de las urnas más tiempo del que podríamos estar gobernados conforme a la normalidad. Tener un Gobierno en funciones, y por ello con sus facultades limitadas, no es un buen estado para la economía debido a la paralización de muchas decisiones, sobre todo de inversión.

Es más, ni siquiera las previsiones que acaba de elaborar el FMI para el año 2017 (el horizonte de análisis abarca dos años) parecen afectadas por esta situación de interinidad política. Para el año que viene, España crecerá lo mismo de lo que se preveía hace unos meses, un 2,3%, en contraste con los recortes que se observan en las demás economías desarrolladas.

Lo que sin embargo resulta menos alentador de las previsiones económicas del FMI es el sombrío panorama económico que se vislumbra para este año y el que viene en la economía global, en la que se prevén ritmos de crecimiento más modestos aún de los que ya se vaticinaban. Y esto sí que afecta al porvenir de la economía española en el medio plazo, ya que tendrá una influencia negativa sobre las exportaciones y por lo tanto sobre el potencial de crecimiento del país. Lo que más llama la atención de los análisis que estos días está ofreciendo el Fondo Monetario Internacional y algunos otros expertos es el imprevisto impacto del abaratamiento de los precios del petróleo, que está pasando bastante más desapercibido de lo esperado.

La bajada de los precios de la energía no ha sido un detonador del crecimiento de la economía mundial y ni siquiera lo ha sido de los países desarrollados, en los que, dada su condición de importadores netos de energía, más se podría haber notado el impacto positivo del trasvase de recursos en favor de un mayor dinamismo del consumo.


(*) Periodista y economista español


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