TOKIO.- Japón es testigo de un número sin
precedentes de reclamaciones de compensación relacionadas con la muerte
por exceso de trabajo o "karoshi", un fenómeno que antes estaba asociado
con el hombre asalariado, aunque cada vez afecta más a jóvenes y
mujeres.
La demanda laboral, situada en 1,28 puestos de trabajo
por cada solicitante de empleo, es la más alta desde 1991, un dato que
debería ayudar al primer ministro japonés, Shinzo Abe, a conseguir
atraer a más personas al mercado laboral para compensar el efecto de la
reducción de su población.
Sin embargo, la laxa aplicación de la legislación
laboral permite que las empresas presionen más a sus empleados, hasta en
ocasiones tener consecuencias trágicas.
Las demandas de indemnización por 'karoshi' alcanzaron
el récord de 1.456 en un año, desde marzo de 2015, según datos del
Ministerio de Trabajo, con casos que se concentran en la atención
sanitaria, servicios sociales, transporte y construcción, todas ellas
áreas que tienen una escasez de personal crónica.
Hiroshi Kawahito, secretario general del Consejo
Nacional de Defensa para las víctimas de 'karoshi', dijo que el número
real era probablemente 10 veces mayor, ya que el gobierno es reacio a
reconocer este tipo de incidentes.
"El gobierno organiza muchas conferencias y diseña carteles sobre el problema, pero es propaganda", dijo.
"El verdadero problema es la reducción de horas de trabajo y el gobierno no está haciendo suficiente", añadió.
El Ministerio de Empleo no respondió a solicitudes de comentarios.
Kawahito, un abogado que se ha ocupado de casos de
'karoshi' desde la década de 1980, dijo que el 95 por ciento de los
casos solían corresponderse con hombres de mediana edad en trabajos de
oficina, pero ahora aproximadamente el 20 por ciento son mujeres.
Japón no tiene limitado legalmente el número de horas
de trabajo, pero el ministerio del ramo reconoce dos tipos de 'karoshi':
muerte por enfermedad cardiovascular debido al exceso de trabajo y el
suicidio por estrés mental provocado por el trabajo.
Los suicidios ligados al trabajo han subido un 45 por
ciento en los últimos cuatro años entre los menores de 29 años, y han
subido un 39 por ciento entre las mujeres, según datos del ministerio.
El problema se ha agudizado con la división en Japón de
los empleos en dos categorías, - empleados regulares y otros temporales
o con contratos no estándar, frecuentemente ocupados por mujeres y
jóvenes.
En 2015 los empleados no regulares eran un 38 por
ciento de la población activa, frente al 20 por ciento en 1990, y el 68
por ciento de ellos eran mujres.
Abogados y académicos dicen que los empleadores sin
escrúpulos operan una política en la que ofertan un empleo a tiempo
completo con una cantidad de horas razonable, pero luego ofrecen a quien
logra el empleo un contrato no regular con más horas, a veces por la
noche o fines de semana, sin paga extra.
Rechazar la paga extra y al tiempo de descanso es
ilegal, y el solicitante de empleo podría rechazarlo, pero los
activistas dijeron que las empresas les dicen que recibirán mejores
contratos más adelante.
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