domingo, 1 de mayo de 2016

La crisis frena en seco el comercio y la globalización / Luis Alcaide *

Obama en Londres: "el Brexit colocaría al RU al final de la cola en sus negociaciones comerciales, no sólo con la UE, sino también con los EEUU (...) No pretendo determinar el voto, sino sólo ofrecer mi opinión". Opinión contundente: EEUU no serán para la Gran Bretaña el sustituto comercial de la UE. Obama en Alemania: "urge concluir el Transatlantic Trade and Investment Partnership". Todo un síntoma. Estados Unidos teme tanto la salida del Reino Unido como la paralización del comercio internacional por la crisis.

En efecto, la opo­si­ción al tra­tado Europa-EEUU crece a este lado del Atlántico - temor a una pér­dida de so­be­ranía frente a las mul­ti­na­cio­nales y las so­lu­ciones a través de ar­bi­trajes y no me­diante ne­go­cia­ciones entre es­ta­dos-, lo mismo su­cede del lado ame­ri­cano. Los can­di­datos a la pre­si­den­cia, re­pu­bli­canos y de­mó­cra­tas, pro­claman un re­chazo a la glo­ba­li­za­ción, aunque quizá, si Hillary Clinton fuese la triun­fa­dora pu­diese haber un cambio de ac­ti­tud.

La Organización Mundial de Comercio no con­si­guió en Doha, no­viembre 2001, avanzar por la senda del mul­ti­la­te­ra­lismo. El fre­nazo se está in­ten­tando re­solver a través de acuerdos tras­na­cio­na­les. En efecto el TTP sería el vehículo para re­forzar la coope­ra­ción co­mer­cial y eco­nó­mica de los países de la cuenca del pa­cí­fico y, de al­guna ma­nera, un me­ca­nismo de con­ten­ción ante una even­tual he­ge­monía china.

Donald Trump ha pro­puesto un arancel di­sua­sorio para las mer­can­cías chi­nas, en tanto que Hillary Clinton ha ma­ni­fes­tado su opo­si­ción al acuerdo ya ne­go­ciado por los doce países del TTP. No habrá apro­ba­ción en el Congreso. Republicanos y de­mó­cratas exigen "fair trade" un co­mercio limpio sin ayudas es­ta­tales o ma­nejos en los tipos de cam­bio.

El re­chazo a la glo­ba­li­za­ción en su forma to­tal, Doha, o me­diante acuerdos tras­na­cio­na­les, no ya es sólo una reac­ción po­pu­lista en los EEUU sino que al­canza a las clases me­dias que han visto sus ni­veles de vida re­tro­ceder mien­tras au­men­taban los be­ne­fi­cios de las grandes cor­po­ra­cio­nes.

Hay además un cambio en la na­tu­ra­leza en las ne­go­cia­ciones co­mer­cia­les. No es una simple dis­cu­sión sobre el nivel de los aran­celes lo que se dis­cute, sino un com­plejo con­glo­me­rado de es­pe­ci­fi­ca­ciones téc­ni­cas, caso de los au­to­mó­viles o la ma­qui­na­ria, de­re­chos de pro­piedad in­te­lec­tual, pro­tec­ción de datos o normas sa­ni­ta­rias sobre el tra­ta­miento de los ali­men­tos; Europa re­chaza los trans­gé­ni­cos. En de­fi­ni­tiva, se están re­plan­teando re­qui­sitos muy asen­tados en las cul­turas na­cio­na­les, así como en las re­gla­men­ta­ciones so­be­ranas in­ter­nas.

Existe, por otro lado, un factor po­lí­tico, im­por­tan­tí­simo. La li­be­ra­li­za­ción co­mer­cial fue una de las armas es­tra­té­gicas alen­tada por los EEUU en su en­fren­ta­miento con el sis­tema so­vié­tico. El libre mer­cado au­mentó la so­li­da­ridad y los vínculos entre los países ca­pi­ta­lis­tas, ge­neró una ex­tensa pros­pe­ridad y, sin duda, con­tri­buyó a la caída de los sis­temas to­ta­li­ta­rios.

La guerra fría es un re­cuerdo his­tó­rico, y en 2001 China entra como miembro de la OMC para con­ver­tirse en su prin­cipal be­ne­fi­cia­rio. Un com­pe­tidor te­rri­ble. Las im­por­ta­ciones pro­ce­dentes de China, antes irre­le­van­tes, equi­valen el 2,7% del PIB de los EEUU (curiosamente un por­cen­taje equi­va­lente al que re­pre­sentan las com­pras es­pañolas en China).

Este te­mible com­pe­tidor re­sulta mucho más dañino en estos tiempos de re­ce­sión. De los 6 mi­llones de tra­ba­ja­dores in­dus­triales que per­dieron su em­pleo entre 2001 y 2010 en los EEUU se ha es­ti­mado que unos 700.000 co­rres­ponden a la com­pe­tencia de las mer­can­cías chi­nas. No es una cifra es­pe­luz­nante pero si lo su­fi­cien­te­mente vi­sible para que los con­ten­dientes a la Casa Blanca re­clamen daños y per­jui­cios para los dam­ni­fi­ca­dos.

Por su­puesto 700.000 son menos que 6 mi­llo­nes. En España no se ha hecho ningún cálculo, aunque cual­quiera que fuesen las ci­fras re­sul­taría que como en EEUU la prin­cipal causa del paro ha sido la crisis y la caída de la de­manda in­terna, pero China im­porta.

En los dos pri­meros meses del año, el valor de las im­por­ta­ciones es­pañolas ha cre­cido un mo­desto 1% res­pecto al mismo pe­riodo del 2015; las com­pras en China au­men­taron un 7,4%. En 2014 las im­por­ta­ciones es­pañolas avan­zaron un 3,7% y un 19,5% las que pro­ce­dían de China. La marcha de las ventas chinas a España desde su in­greso en la OMC ha sido me­teó­rica. A co­mienzos de siglo as­cendía a unos 2.000 mi­llones de euros y en 2008, úl­timo año del boom fi­nan­ciero in­mo­bi­liario es­pañol, al­can­zaron los 20.500 mi­llo­nes. Es decir que se han mul­ti­pli­cado por 10. En 2015 se apro­xi­maron a los 24.000 mi­llo­nes. La crisis tam­poco las ha fre­nado.

El co­mercio ex­te­rior no es ob­jeto de gran preo­cu­pa­ción por parte de nuestra clase po­lí­tica. Lo que a veces pre­va­lece es la anéc­dota, como las ma­ni­fes­ta­ciones en Alemania contra el TTIP; poca o es­casa cu­rio­sidad por co­nocer la opi­nión de la ciu­da­danía es­pañola sobre las ven­tajas o in­con­ve­nientes del Tratado o sobre la glo­ba­li­za­ción de los in­ter­cam­bios. En Alemania, país muy de­pen­diente del co­mercio in­ter­na­cio­nal, el nú­mero de ciu­da­danos a favor del libre co­mercio ha ba­jado del 90% en 2014 al 56% ac­tual­mente.

Algunos co­men­ta­ristas eu­ro­peos señalan que quizás sería pru­dente buscar un mo­mento más opor­tuno para la con­clu­sión y ra­ti­fi­ca­ción del TTIP dados los ac­tuales y preo­cu­pantes brotes na­cio­na­listas como ré­plica a la crisis eco­nó­mica. Sin em­bargo, las re­co­men­da­ciones de Obama para una ace­le­ra­ción del Tratado no dejan de ser preo­cu­pantes ante el sesgo que los ins­tintos pro­tec­cio­nistas ad­quieren en los EEUU. España au­sente del de­bate.

La pri­ma­vera ya está ins­ta­lada en El Retiro y quién sabe si tam­bién en el ánimo de nues­tros re­pre­sen­tantes po­lí­ticos que se pre­paran para una se­gunda vuelta elec­to­ral. Ideologías y pos­turas pre­va­le­ciendo sobre la reali­dad.


(*) Economista del Estado en España


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