miércoles, 25 de mayo de 2016

Europa empeora / Luis de Velasco Rami *

No hay que alegrarse demasiado por la victoria en la elección presidencial austríaca del candidato independiente y exportavoz de Los Verdes Van der Bellen sobre el ultraderechista Hofer. Sin duda que la victoria de este habría sido infinitamente peor. Pero no olvidemos el panorama: una victoria pírrica (poco más de 31.000 votos sobre un total de unos 4.6 millones de votantes) y “en la prórroga” por los votos por correo. Queda así un preocupante panorama de un país dividido en dos mitades. Imprescindible recordar además que los dos grandes partidos tradicionales, columnas decisivas en el “modelo austríaco” de convivencia de la posguerra, han sido totalmente barridos del mapa.

Austria es un país importante en Europa, mucho más importante que lo que indica su número de habitantes. Sus contribuciones en todos los campos desde la literatura, la música o la ciencia económica hasta la psicología o la ciencia y la práctica políticas son de enorme valor y Europa no cabe ser pensada sin ellas. Lo que pase en Austria es importante y lo sucedido este domingo lo es. Lo es en sí y porque es un paso más en el avance de la ultraderecha y el populismo y porque además puede dar lugar a un mayor efecto demostración o contagio en otras latitudes europeas. Ese efecto ya existe y sigue creciendo.

Seguramente la causa más inmediata de esta catástrofe, así hay que calificarla, es el problema de los refugiados. La enorme dimensión del mismo y su urgencia han sacado a la luz de un lado reflejos nacionalistas y xenófobos de países europeos con mayor o menor intensidad según se han visto afectados por la marea humana así como los defectuosos mecanismos de gestión comunitarios (lo mismo que ha ocurrido y está ocurriendo con la crisis económica que dura ya casi diez años).

Ambos factores, crisis económica prolongada y respuestas de rechazo a los refugiados, están interrelacionados y se refuerzan mutuamente. La mutante crisis económica es, cada vez más, también social (aumento del paro, de la pobreza y de la desigualdad) y política (desconfianza y rechazo a la política y búsqueda de soluciones “milagrosas” aparentemente sencillas). Aún en situación de crisis económica como la presente, la capacidad europea para absorber el flujo migratorio es sobrada si se contemplan fríamente los números y el aporte neto beneficioso poblacional a un continente envejecido. Pero ese análisis solo es posible en un aséptico servicio de estudios. La realidad es mucho más compleja y mucho más difícil de gestionar especialmente en un proyecto como el europeo a medio camino y con crecientes discrepancias internas sobre adonde ir y como ir.

El resultado es el que estamos viendo con tendencia, es de temer, al agravamiento. La crisis económica y social seguirá ahí con muy escasas previsiones de mejora. La presión migratoria, de refugiados y de migrantes económicos, también seguirá porque no es algo coyuntural sino más permanente. Por todo ello, más caldo de cultivo para populismos de todo tipo, de soluciones milagrosas.

Europa empeora o quizá hay que decir con mayor propiedad que es la Unión Europea la que empeora. Pero lo que pase en la segunda es clave para la primera. Ya no basta con abogar por “Más Europa” porque es falaz e inútil. Hay que ser más radical y plantear qué tipo de Europa se quiere en este momento decisivo y como caminar hacia allí. Seguir como hasta ahora es receta segura para más fracasos.


(*) Economista del Estado en España


http://www.republica.com/el-replicante/2016/05/24/europa-empeora/ 

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