lunes, 30 de mayo de 2016

Caen los beneficios en EE. UU.: ¿heraldo de una nueva recesión?

La nueva temporada de resultados de las empresas del S&P 500, que arrancó a mediados de abril, deja entrever una caída de los beneficios por acción en torno al 9% para el primer trimestre del año. De materializarse este escenario, se confirmaría que EE. UU., que ya enlazó tres trimestres negativos durante 2015, se encuentra en una «recesión» de beneficios. Históricamente, caídas de beneficios de tal magnitud han ocurrido casi siempre al mismo tiempo que una recesión económica. No obstante, varios elementos sugieren que el episodio actual podría ser una de las pocas excepciones a este patrón.

Desde prin­ci­pios de los años se­tenta, seis de los ocho epi­so­dios de caídas de be­ne­fi­cios de las em­presas del S&P 500 han coin­ci­dido con el inicio de una re­ce­sión de la eco­nomía es­ta­dou­ni­dense. La ex­cep­ción más re­ciente tuvo lugar en 1998, cuando los be­ne­fi­cios ca­yeron más del 7% sin que la eco­nomía es­ta­dou­ni­dense mos­trara señales de de­bi­lidad (de he­cho, crecía a un ritmo en torno al 5%). Entonces, la for­ta­leza del dó­lar, que en poco más de un año se apreció cerca del 17% res­pecto al euro y un 15% en pro­medio res­pecto a una cesta de di­vi­sas, y el des­censo del precio de pe­tróleo por de­bajo de los 10 dó­lares por ba­rril afec­taron de ma­nera sig­ni­fi­ca­tiva a los re­sul­tados de las em­presas ener­gé­ticas y ex­por­ta­do­ras. La an­te­rior ex­cep­ción se re­monta a 1985. En esa oca­sión, la fuerte apre­cia­ción del dólar previa a los Acuerdos del Plaza y el des­plome del pe­tróleo fueron tam­bién los prin­ci­pales res­pon­sa­bles de la caída de los be­ne­fi­cios. El cre­ci­miento del PIB se man­tuvo firme, igual­mente.

La com­pa­ra­ción de la si­tua­ción ac­tual con los epi­so­dios de los años ochenta y no­venta re­sulta atrac­tiva. La for­ta­leza del dó­lar, que se apreció cerca del 27% res­pecto al euro entre junio de 2014 y fi­nales de 2015, es se­me­jante a la de los epi­so­dios men­cio­na­dos. Por su parte, la ac­tual caída del precio del crudo tam­bién es cla­ra­mente res­pon­sable de una parte muy sig­ni­fi­ca­tiva de los malos re­sul­tados de las em­presas del S&P. Si ex­cluimos las em­presas del sector ener­gé­tico, los be­ne­fi­cios se man­tu­vieron re­la­ti­va­mente es­ta­bles en los úl­timos tri­mes­tres.

En cual­quier caso, el hecho de que la re­ce­sión de be­ne­fi­cios se li­mite casi ex­clu­si­va­mente a un sector en par­ti­cular no pa­rece un ar­gu­mento lo su­fi­cien­te­mente só­lido para des­cartar el po­sible vínculo entre re­ce­sión de be­ne­fi­cios y re­ce­sión eco­nó­mica. Solo hace falta re­cordar que la caída de los be­ne­fi­cios era «solo hi-­tech» en 2000 y «solo fi­nan­ciera» en 2007, si bien la pre­sencia de una bur­buja a prin­ci­pios de los años 2000 y el ca­rácter sis­té­mico del sector fi­nan­ciero fueron de­ter­mi­nantes en el des­en­ca­de­na­miento de las re­ce­siones sub­si­guien­tes. Por otra parte, la caída de be­ne­fi­cios está afec­tando tam­bién a mu­chas em­presas que no per­te­necen al sector ener­gé­tico. Según los datos de be­ne­fi­cios de la con­ta­bi­lidad na­cio­nal, que dan una imagen más am­plia del te­jido pro­duc­tivo es­ta­dou­ni­dense, nueve de los 16 sec­tores no ener­gé­ticos ex­pe­ri­men­taron una caída de be­ne­fi­cios en el 4T 2015. Sea re­sul­tado en parte del im­pacto de una menor de­manda del sector ener­gé­tico res­pecto a otros sec­to­res, sea en parte con­se­cuencia de la apre­cia­ción del dó­lar, lo cierto es que la caída de be­ne­fi­cios afecta a un seg­mento im­por­tante de la eco­nomía ame­ri­cana.

Más allá de la com­pa­ra­ción his­tó­rica, otras con­si­de­ra­ciones apuntan a que la re­ciente de­cep­ción que han sus­ci­tado los re­sul­tados em­pre­sa­riales no pre­sagia una re­ce­sión eco­nó­mica. En primer lu­gar, aunque el peso del sector ener­gé­tico ha au­men­tado tras el boom del shale de los úl­timos años, el im­pacto neto de la caída del precio del pe­tróleo de­bería ser po­si­tivo para la eco­nomía es­ta­dou­ni­dense. Además, el ele­vado nivel de los már­genes de be­ne­fi­cios, que si­guen por en­cima del pro­medio his­tó­rico pese a la re­ciente dis­mi­nu­ción, pro­por­ciona un có­modo margen de ma­niobra a las em­pre­sas. Por otro lado, los prin­ci­pales fac­tores que cau­saron la caída de los be­ne­fi­cios mues­tran ya señales de re­cu­pe­ra­ción, o por lo menos de es­ta­bi­li­za­ción, te­niendo en cuenta el re­punte del pe­tróleo desde prin­ci­pios de año y la pausa en la apre­cia­ción del dólar que ha pro­pi­ciado el tono aco­mo­da­ticio de la Reserva Federal en las úl­timas se­ma­nas. Por úl­timo, y quizás lo más im­por­tante, la so­lidez de los datos re­cientes del mer­cado la­boral y del con­sumo pri­vado son cohe­rentes con una ex­pan­sión con­ti­nuada de la ac­ti­vidad eco­nó­mica.

En de­fi­ni­tiva, la ac­tual re­ce­sión de be­ne­fi­cios es un fe­nó­meno que me­rece ser se­guido de cerca. Sin em­bargo, la evi­dencia pa­rece in­dicar que es­tamos ante una de las ex­cep­ciones a la norma y no en la an­te­sala de una re­ce­sión eco­nó­mica en EE. UU.


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