FRÁNCFORT.- El Banco Central Europeo (BCE) no se plantea abolir el dinero en metálico, a pesar de las
suspicacias levantadas por la decisión del Consejo de Gobierno de la
institución para dejar de imprimir definitivamente billetes de 500 euros
a partir de 2018, según ha advertido Yves Mersch, miembro del
directorio del BCE.
"Abolir el dinero en metálico no está en la agenda", asegura
el banquero luxemburgués en un artículo publicado en el diario alemán
'Der Spiegel', donde reconoce que el dinero en efectivo no sólo
simboliza el poder de compra de los ciudadanos, sino también su
"privacidad".
El BCE anunció este miércoles que el billete de máximo valor
en la zona euro dejará de emitirse en 2018, cuando está planeado
introducir los billetes de 100 y 200 euros de la nueva serie 'Euro 2',
cuyos billetes de 5, 10 y 20 euros ya se encuentran en circulación,
aunque la denominación de 500 euros seguirá siendo de curso legal en la
región y podrá canjearse en cualquier banco central del conjunto de
Estados miembros.
De esta forma, el BCE ha atendido las peticiones de los
ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea, quienes
aconsejaron el pasado mes de febrero el fin de la emisión de este
billete después de que Bruselas apuntara en su plan contra la
financiación del terrorismo que un billete de tan alta denominación es
un método para realizar grandes transferencias sin dejar rastro.
Sobre esta cuestión, Mersch resta importancia a las posiciones
defendidas por los que denomina como "alquimistas", aquellos que
consideran que el dinero en metálico supone un escollo a una mayor
bajada de los tipos de interés para estimular la economía.
"La eficacia de las tasas de interés negativas probablemente
está sobreestimada", añade el banquero, quien sostiene que la gente no
siempre reacciona linealmente a los cambios de las condiciones del
entorno, por lo que la correlación "(hacer) más ayuda más" no está
garantizada de ninguna forma.
El banquero considera que "no debe subestimarse el ingenio de
los ciudadanos", ya que en caso de que el banco central no asigne valor
al efectivo, la gente puede buscar un reemplazo, como sucedió en los
años posteriores a la II Guerra Mundial, cuando los cigarrillos
sustituyeron al dinero en metálico y a los metales preciosos.
Asimismo, el directivo del BCE apunta a la competencia
procedente de las 'fintech', ya que las entidades soportan importantes
costes para mantener y gestionar el dinero en metálico en un momento de
márgenes estrechos, mientras para los nuevos competidores los pagos
electrónicos suponen una oportunidad.
En este sentido, Mersch defiende la necesidad de no limitar al
aspecto económico el debate sobre el dinero en efectivo, ya que las
ventajas del anonimato y la privacidad de los pagos en efectivo no son
exclusivas de actividades ilícitas, ya que muchos ciudadanos agradecen
la privacidad que permiten los pagos en efectivo.
"Si los delincuentes votasen mediante teléfonos móviles, nadie
se tomaría en serio la idea de prohibir todos los teléfonos móviles",
apunta Mersch, señalando que el dinero en metálico también supone un
freno al "apetito de datos", no sólo de los Estados, sino de las
empresas de Internet.
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