miércoles, 25 de mayo de 2016

Correa inicia el último año de su gobierno en Ecuador

QUITO.- El presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien dejará el cargo el 24 de mayo de 2017, inicia hoy el último año de su mandato bajo la espada de Damocles de la crisis económica y las secuelas del reciente terremoto.

 La víspera, durante la presentación de su informe a la nación desde la sede de la Asamblea Nacional, el propio mandatario alertó a sus compatriotas que los próximos 12 meses serán difíciles en todos los aspectos.

Hasta entregar el gobierno va a ser un año muy duro en lo humano, en lo económico, en lo político, en lo internacional, afirmó Correa, quien se rehúsa a aspirar a la reelección en febrero próximo, pese a que el Parlamento unicameral enmendó el artículo de la Constitución que le impedía presentar su candidatura a un tercer mandato consecutivo.

El gobernante, que desde enero de 2007 promueve la construcción del llamado Socialismo del siglo XXI, consideró que "el país debe descansar de mí, y sinceramente, yo también debo descansar un poquito del país".

Apuntó, sin embargo, que dedicará el último tramo de su gestión a enfrentar los problemas económicos derivados mayormente de la caída de los precios del petróleo y la apreciación del dólar estadounidense, y a administrar la crisis provocada por el terremoto que el 16 de abril pasado devastó la costa noroccidental del país, con saldo de 663 muertos, alrededor de 30 mil damnificados y pérdidas multimillonarias.

Humildemente les ofrezco llevar la barca de la patria a buen puerto, expresó Correa, tras asegurar a los ecuatorianos que jamás recurrirá a los paquetazos económicos, congelamientos y saqueos de la época neoliberal.

El mandatario dedicó también buena parte de su intervención a hacer un resumen de su trabajo al frente de los destinos de la nación suramericana, periodo que calificó de "década ganada" para Ecuador.

Sin duda, compatriotas, esta es la década ganada, tenemos un país totalmente diferente al que recibimos en 2006, aseveró el gobernante, quien destacó los grandes avances en la lucha contra la pobreza, cuya tasa, dijo, se redujo en 16 puntos porcentuales, pues un millón 900 mil ecuatorianos dejaron de ser pobres en los últimos años.

También mencionó que el país andino lideró hasta el año pasado al resto de Latinoamérica en cuanto a crecimiento económico, al exhibir un 3,9 por ciento por un 2,9 el resto de la región.

Según Correa, todos esos avances fueron posible por la puesta en práctica de un modelo económico inclusivo centrado en el trabajador, y que invirtió en salud, educación y en la construcción de carreteras, hidroeléctricas y otras obras de infraestructura el 50 por ciento de los 169 mil millones de dólares que ingresaron durante ese tiempo a las arcas del Estado.

No hay mejor ahorro que una buena inversión, recalcó el presidente ecuatoriano, al rechazar las críticas de la oposición al supuestamente excesivo gasto público del gobierno.

Tras defender las recientes medidas económicas impulsadas desde el Ejecutivo para tratar, por un lado, de hacer frente a la difícil coyuntura económica, y por otro, recaudar fondos para ayudar a los damnificados por el sismo, Correa, economista de profesión, alertó que la situación no se resolverá con politiquería barata, sino con acción colectiva organizada.

Al respecto, alertó que la oposición intentará utilizar las dificultades económicas y "la arremetida feroz" de la derecha internacional que se observa en la región para tratar de recuperar el poder, y llevar a Ecuador de vuelta al neoliberalismo.

El mandatario refirió además que como parte de las acciones que tomará el Ejecutivo se eliminarán ministerios y viceministerios, y se fusionarán o venderán entidades y empresas públicas y activos como la aerolínea estatal Tame o la recién construida hidroeléctrica de Manduriacu, valorada en 800 millones de dólares.

Si grande es la tragedia, mayor es la voluntad del pueblo ecuatoriano para salir adelante, aseguró el estadista, quien en otra parte de su discurso instó a sus compatriotas a rechazar a los candidatos electorales que tienen sus capitales en los llamados paraísos fiscales, pues en su opinión, para poder aspirar a un cargo de elección popular es elemental tener confianza en la Patria.

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