LISBOA.- Tras siete años de construcción y
varios contratiempos por el camino, fue inaugurado hoy en el norte de
Portugal el túnel de Marão, que cuenta con 5.665 metros de carretera que
le convierten en el de mayor longitud en la Península Ibérica.
La galería forma parte de la llamada Autopista de Marão, una obra
que ha tenido un coste total de 398 millones de euros (89 procedentes
de fondos comunitarios) y con la que se busca mejorar las conexiones por
carretera en el norte del país.
Con 30 kilómetros de extensión, la autopista une las ciudades de
Amarante (región Norte, en el distrito de Oporto) y Vila Real (en la
región Trás-Os Montes) y atraviesa la Sierra del Marão, donde se ha
excavado el túnel que se abre al tráfico esta medianoche.
La vía completa la conexión por autopista de la ciudad de Oporto,
la segunda más rica de Portugal tras la capital Lisboa, con Bragança,
en Trás-Os Montes, un viaje que ahora se reducirá en 25 minutos gracias
al túnel.
La obra supone un impulso a las conexiones entre el litoral y el
interior luso, dos zonas entre las que siempre ha existido una gran
brecha económica.
De hecho, la región de Trás-Os Montes, fronteriza con las
españolas de Zamora y Galicia, ha sido históricamente una de las más
desfavorecidas y más afectadas por la despoblación en Portugal.
Una de las principales causas es precisamente su situación de
aislamiento geográfico, ya que la región se encuentra separada del resto
del país por varias masas montañosas, entre ellas la Sierra de Marão.
La nueva autopista ofrece igualmente una alternativa a la vía
IP4, marcada por el elevado número de accidentes de tráfico y donde sólo
en el tramo entre Amarante y Vila Real murieron 136 personas en las
últimas dos décadas, y se espera que la siniestralidad en los
desplazamientos entre estas dos áreas disminuya en cerca del 25 %.
La seguridad es una de las mayores apuestas de la construcción
del túnel y a esta partida se han dedicado 17 millones de euros.
A lo largo de las dos galerías del túnel se ha instalado un
circuito con más de un centenar de cámaras de vigilancia, siete decenas
de ventiladores y 13 pasajes de emergencia, así como un sistema de
detección automática de accidentes.
Los 5.665 metros de la construcción la convierten en el túnel
enteramente ibérico más largo, al superar por apenas 400 metros al túnel
de Viella, en Lérida, España.
El encargado de la inauguración ha sido el actual primer ministro
luso, el socialista António Costa, pero los principales rostros de la
infraestructura son sus dos predecesores.
El concurso para la construcción del túnel fue lanzado a finales
de 2006 por el también socialista José Sócrates -jefe del Gobierno luso
entre 2005 y 2011-, que estaba también al mando cuando arrancaron las
obras en 2009.
Poco después empezaron las complicaciones: las obras en el túnel
fueron detenidas en 2009 y 2010 debido a varias decisiones judiciales y
toda la construcción de la autopista fue paralizada en 2011 por
incumplimientos de la concesionaria.
Dos años después y tras un largo proceso de negociaciones, el
Gobierno luso, entonces liderado por el conservador Pedro Passos Coelho,
decidió actuar y convertir al túnel de Marão en la primera obra pública
rescatada por el Estado en la historia de Portugal, lo que permitió su
finalización.
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