PARÍS.- El secretario
general de la OCDE, Ángel Gurría, advirtió hoy del reto que supone la
combinación de dos factores que se han agudizado desde la crisis, que
son la ralentización de la productividad en las economías y el
incremento de las desigualdades de ingresos, pero también de
oportunidades.
Gurría, en la apertura del Foro de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que precede la ministerial
que se inaugura mañana, constató que ocho años después del estallido de
la crisis, se siguen arrastrando sus rémoras, con un crecimiento débil y
un paro muy elevado.
Explicó que en los países miembros de su organización ese crecimiento
sigue siendo "débil" y además se ha ralentizado en las economías
emergentes, de forma que al final el aumento del Producto Interior Bruto
(PIB) a escala global se situará en el 3 % este año y se espera "sólo
una leve mejora en 2017".
En parte consecuencia de eso, en los 34 Estados de la OCDE hay 40
millones de parados, lo que significa siete millones más que cuando
comenzó la crisis en 2008.
"Esta debilidad -argumentó- es la combinación de dos tendencias, la
ralentización del crecimiento de la productividad y el aumento de las
desigualdades".
Sobre la primera, Gurría precisó que la cadencia de su progresión,
que era del 2 % anual entre 2000 y 2007, está ahora "por debajo del 1 %,
en torno al 0,7 % y esa es una tendencia generalizada.
En paralelo, las desigualdades se agravan, de forma que los ingresos
del 10 % más rico suponen diez veces los del 10 % más pobre, cuando en
los años 1980 la diferencia era de siete veces.
En términos de patrimonio, la brecha es todavía mayor, ya que el 10 % más favorecido es propietario del 87 %, a escala mundial.
El secretario general de la OCDE alertó de que esos dos elementos
"conducen a un círculo vicioso" en la medida en que, en primer lugar no
hay garantías de que las innovaciones redunden en mayor productividad y
al mismo tiempo amenazan con generar más desigualdad.
Además, las fracturas sociales, sobre todo en la capacitación laboral
y en la posibilidad de formarse a lo largo de toda la vida, en la
medida en que marginan a una parte de la población alejada de empleos
cualificados, constituyen también un freno a la productividad.
"Eso nos obliga a abordar los problemas con un nuevo enfoque" que se
fije en los vínculos entre productividad y desigualdad, subrayó, antes
de dar cuenta de un informe de la OCDE sobre esta cuestión que pretende
ayudar a los Gobiernos a activar "un círculo virtuoso".
La relación entre productividad y una mayor inclusión social es el
tema elegido por la presidencia de la ministerial de este año, que
corresponde a Chile, que estará representada por su presidenta, Michelle
Bachelet, que se encargará mañana del discurso de apertura.
Bachelet, en el libreto de presentación de esa reunión anual, que se
prolonga hasta el jueves, también pone como una de sus prioridades las
desigualdades de género, que tienen un costo estimado para la economía
global de unos 12 billones de dólares, equivalentes al 16 % del PIB
mundial.
Según los cálculos de la propia OCDE, conseguir la paridad entre
hombres y mujeres en la tasa de participación laboral en sus países
miembros podría aportar un crecimiento suplementario a la economía
mundial del 12 % del PIB en los próximos 20 años.
La ministerial de este año servirá para formalizar la entrada en la OCDE de Letonia, que se convertirá en el miembro número 35.
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