LISBOA.- Conductores y
transportistas portugueses están en pie de guerra contra el elevado
precio de los combustibles debido a un reciente aumento de impuestos que
coloca al país entre los más caros de Europa a la hora de repostar.
La presión es tal que el Gobierno luso, de signo socialista, ya
estudia medidas para rebajarlo a los profesionales que circulan en zonas
fronterizas, en un intento de detener la "sangría" de vehículos de
matrícula portuguesa que acuden a España diariamente para llenar el
depósito.
El precio de la gasolina esta semana en suelo portugués rondaba los
1,48 euros por litro -el cuarto más caro de toda la UE-, treinta
céntimos más que en el país vecino. El gasoil, por su parte, se
encontraba de media en torno los 1,19 euros, quince más que al otro lado
de la llamada "Raya".
El coste es muy elevado para los modestos bolsillos de los
portugueses, que tienen un sueldo medio de los más bajos del continente,
en torno a los 16.500 euros anuales, lejos de los de nórdicos,
británicos o luxemburgueses, con los que compite en la lista de países
con el combustible más caro.
A ello se suman los también mayores precios de los vehículos que en
España -incluso en aquellos que son producidos en suelo luso, de la
marca Volkswagen- y la conversión de antiguas autovías en autopistas con
peaje, que también encarecen el uso del vehículo privado.
El principal motivo que explica esta disparidad con España es el peso
de la carga fiscal, mucho más expresiva en el lado portugués.
Esta tendencia, que ya existe desde hace años, se vio agravada por la
reciente decisión del Ejecutivo de aumentar los ingresos públicos a
través de la subida de varios impuestos indirectos -como el del
combustible- con el objetivo de garantizar el cumplimiento de sus
objetivos en materia de reducción del déficit público, acordados con la
UE.
Sólo los impuestos representan en torno al 68 % del precio de venta
del combustible, según las estimaciones publicadas por medios lusos.
"Vienen muchos portugueses por aquí porque la gasolina es más barata,
y todavía más con los descuentos que hacemos nosotros", explicó hoy un empleado de una gasolinera localizada en Fuentes de Oñoro,
municipio perteneciente a la provincia española de Salamanca, pegado a
la frontera con Portugal.
Estas mismas fuentes aseguraron que el flujo de vehículos con
matrícula lusa se intensifica los fines de semana, aunque "la gente que
vive por la zona viene a repostar todos los días".
Llenar el depósito en el país vecino es una práctica habitual para
los habitantes de la parte portuguesa de la "Raya", pese a los
llamamientos de las autoridades para concienciar a la población de la
pérdida de ingresos que ello supone para el Estado.
"Muchos portugueses están pagando así los impuestos en España,
tenemos que pedirles que no lo hagan", llegó a decir en marzo su
ministro de Economía, Manuel Caldeira Cabral, quien fue duramente
criticado por estas palabras.
"Estamos en el contexto presupuestario que es el que es... Y hay que
trabajar con él en todo el país", justificó Caldeira en alusión a que
una caída en la recaudación del impuesto podrá contribuir a violar las
rígidas normas de déficit exigidas por Bruselas.
La presión que ejercen organizaciones profesionales del sector hizo
que el Ejecutivo luso estudie ya la implementación de descuentos en el
combustible para los transportistas en las zonas fronterizas, hasta
igualar el precio al que se ofrece en España.
Además, trimestralmente, el Gobierno pretende actualizar el impuesto
que grava el combustible en función de la evolución del precio, para
evitar que éste se dispare.
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