PARÍS.- Los franceses mantuvieron este domingo su lucha contra la reforma laboral del Ejecutivo socialista con manifestaciones en todo el país que aprovecharon el Primero de Mayo, Día del Trabajo, para exigir la retirada de ese texto.
Los
altercados registrados en las anteriores protestas, que solo el pasado
28 de abril se saldaron con 214 detenciones y 78 agentes heridos,
hicieron que los desfiles estuvieran vigilados por un amplio dispositivo
de seguridad, que pese a todo no pudo evitar altercados.
Así, en el cortejo parisino, que partió de la plaza de la Bastilla hacia la de Nación, jóvenes enmascarados lanzaron proyectiles contra las fuerzas del orden, como botellas y otros objetos, y fueron respondidos con gases lacrimógenos.
Tanto el primer ministro, Manuel Valls,
como el titular de Interior, Bernard Cazeneuve, habían advertido de que
se iba a hacer "todo" para impedir los desbordamientos, no sin abogar
por "un uso proporcionado y legítimo de la fuerza cuando sea
estrictamente necesario".
En París desfilaron entre 16.000 y 17.000 manifestantes,
según la prefectura de Policía, y unos 70.000, según los sindicatos,
mientras que, en toda Francia, el Ministerio del Interior calculó en
84.000 la cifra total.
Detrás de la convocatoria de hoy, a dos
días de que el texto comience su trámite parlamentario, estaban los
sindicatos CGT, FO, FSU, Solidarios, UNEF, UNL y FIDL, confiados en
lograr el abandono de una reforma tachada de demasiado liberal.
A un año de las presidenciales y con la impopularidad del presidente, François Hollande,
en máximos históricos, con una desaprobación de ocho de cada diez
ciudadanos, el Ejecutivo no ha logrado frenar el descontento pese a las
concesiones efectuadas.
Las casi 5.000 enmiendas con las que llega
al Parlamento hacen prever además una negociación difícil para las
autoridades, que, en palabras de la ministra de Trabajo, Myriam El
Khomri, defienden que es un proyecto de ley "justo y necesario para el
país".
Los manifestantes, como señala el investigador
científico Bruny Baret, miembro del Partido Comunista de los
Trabajadores, lamentan que esté "destruyendo todos los derechos que los trabajadores han ganado desde la Segunda Guerra Mundial".
A
la reforma se le reprocha, entre otros puntos, acabar con la igualdad
de negociación entre empleados y empresarios al otorgar primacía a los
acuerdos en las empresas por encima del convenio colectivo.
La
patronal francesa, no obstante, se incluye entre los detractores de este
texto, que apenas cuenta con el apoyo de los llamados sindicatos reformistas, como CFDT, CFTC o Unsa, que no se unieron hoy al desfile y propusieron en su lugar mesas redondas.
Al
frente abierto en su contra se sumó además hace justo un mes el
movimiento "Nuit Debout" (Noche en pie), que guarda similitudes con el
15M español o el estadounidense Ocuppy Wall Street y ha hecho de la
plaza parisina de la República su centro de operaciones.
Aunque el
rechazo de toda jerarquía y la "horizontalidad" de su funcionamiento
empiezan a presentarse como un lastre para su evolución, ha despertado
el interés de organizaciones como la CGT o Solidarios, que según este último encuentran puntos en común en "numerosos temas".
Y,
como en años anteriores, el Primero de Mayo también sirvió de tribuna
política a la ultraderecha, que tradicionalmente conmemora en esta fecha
la figura de Juana de Arco y su victoria en el siglo XV al frente de
las tropas francesas contra el ejército inglés.
Reflejo de la distancia entre la líder del Frente Nacional (FN) Marine Le Pen, y su padre y fundador del partido, Jean-Marie Le Pen,
fue el acto paralelo que este último organizó hoy, en el que vaticinó
la derrota de su sucesora en las elecciones de 2017 si esta no hace nada
para corregir la división interna.
La actual presidenta, que
renunció a un desfile en favor de un "banquete popular y patriota" para
más de 2.000 militantes, lanzó pese a todo un discurso de tono
presidencial en el que reiteró el restablecimiento de las fronteras
nacionales, una política extranjera "libre e independiente" y "mayor
democracia y referendos".
Su precaución para evitar interrupciones como las protagonizadas el año pasado por militantes de la organización feminista radical Femen no
acabó de dar resultado: siete activistas, desalojadas después por la
policía, irrumpieron en el lugar del banquete con champán y cotillón
para celebrar "el fin" de ese partido.
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