PARÍS.- La extensión de las huelgas y bloqueos contra la reforma laboral en
Francia, en particular en la energía, han agotado el combustible en un
tercio de las gasolineras y amenazan con asfixiar la economía y poner en
jaque a un Gobierno que asegura que garantizará el aprovisionamiento.
El primer ministro francés, Manuel Valls, se ha reafirmado en la
sesión de control al Gobierno en la Asamblea Nacional en su posición de
que no se retirará el proyecto de ley de trabajo, ni se modificará el
artículo más polémico, que pretende favorecer la negociación en el
interior de las empresas en detrimento de los convenios colectivos.
Valls añadió que su "puerta sigue abierta para el diálogo", una sonda
lanzada después de que varios parlamentarios de su propio Partido
Socialista (PS), encabezados por el jefe del grupo en la Asamblea, Bruno
Le Roux, hubieran señalado que hay espacio para negociar algunas
concesiones sobre ese artículo.
En cualquier caso, el primer ministro denunció la actitud de la
Confederación General del Trabajo (CGT, que lidera la protesta), "una
organización minoritaria que quiere hacer plegar al Gobierno", y la
contrapuso a la del gran sindicato reformista, la Confederación Francesa
de Trabajadores (CFDT), con la que su Ejecutivo consensuó el proyecto
de ley de trabajo que se tramita en el Parlamento.
El hecho es que las huelgas y bloqueos de refinerías y depósitos de
petróleo promovidos por la CGT para exigir la retirada de ese texto
elevaron hoy por encima de 4.000 las gasolineras en las que se había
agotado total o parcialmente el carburante, de un total de 12.000 que
hay en Francia. El secretario de Estado de Transportes, Alain Vidalies,
señaló que esta mañana en la región de París un 40% de las estaciones de
servicio habían agotado sus existencias, aunque aseguró que la
situación mejoraba en el oeste de la ciudad, donde había sido crítica
los días anteriores.
Vidalies, que vinculó en parte esa situación de escasez al
comportamiento de compras de precaución de los automovilistas (los
volúmenes vendidos el lunes y el martes triplicaron los de un día
normal) reconoció que se está recurriendo a las reservas estratégicas.
Pero subrayó que es un uso "marginal", puesto que se ha extraído el
equivalente a tres días de consumo, cuando hay 115 disponibles, e hizo
notar que el problema no es tanto el nivel de las reservas o la
interrupción de la actividad en las refinerías -recordó que Francia
importa el 50 % del combustible- sino el acceso a los depósitos, en
muchos casos cerrado por piquetes de huelguistas.
Por eso, tanto él como Valls afirmaron que van a continuar las
operaciones policiales para levantar los bloqueos, de los que se habían
llevado a cabo once hasta esta mañana. "La CGT no dicta la ley en este
país", advirtió el primer ministro, que argumentó que si bien "el
derecho de huelga y de manifestación son derechos absolutos, esta
radicalización (...) es inaceptable", como también sus amenazas con
paralizar una central nuclear.
Aludía así a la extensión de la convocatoria de huelga a las
centrales nucleares, y más en concreto al voto mayoritario de los
trabajadores de la de Nogent sur Seine, a un centenar de kilómetros de
París, para proceder a su apagado o al menos a una ralentización de la
producción del único de los dos reactores todavía en funcionamiento (el
otro está en parada técnica).
Más allá de la energía, hoy se inició un paro de dos días en los
ferrocarriles que tuvo un seguimiento bajo, del 10,6 %, sensiblemente
inferior al 15 % constatado una semana antes, según la dirección de la
compañía SNCF. Se suprimieron decenas de trenes, entre ellos el 40 % de
los que debían circular entre Francia y España.
La de mañana será una jornada importante para evaluar el apoyo de las
movilizaciones, ya que la CGT y el resto de sindicatos que exigen la
retirada de la reforma laboral han organizado manifestaciones, que en
las últimas semanas habían perdido fuelle respecto al comienzo de las
protestas hace casi tres meses. También se han convocado huelgas
intersectoriales, entre ellas en el control aéreo, que va a obligar a
las compañías que operan en el aeropuerto parisino de Orly a cancelar un
15 % de sus vuelos.
La CGT ya ha preparado para la semana próxima una batería de paros
indefinidos en los ferrocarriles y en el transporte metropolitano de
París, a los que se sumará otro de tres días (el 3, el 4 y el 5 de
junio) de los controladores aéreos (en este caso por motivos propios de
su convenio colectivo). El inicio de la Eurocopa de fútbol, el 10 de
junio, aparece como una fecha clave, porque según una encuesta publicada
hoy, si las protestas tuvieran impacto en ese evento -con consecuencias
negativas para la imagen del país-, un 61% de los franceses
considerarían responsable al Gobierno de Valls.
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