El presidente
del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ha vuelto a dar una lección a
los políticos, tanto de las instituciones comunitarias como de los
países miembros de la Unión Europea, sobre cómo se debe actuar de cara a
los eventuales problemas que planteará el Brexit.
Pese
al difícil momento de los mercados, de los políticos y de las
instituciones, solo hemos oído decir que se reunirán el día
después de la celebración del referendo para analizar lo
sucedido. A los políticos nacionales lo único que se les oye es
pedir prudencia y tratar de tranquilizar los ánimos, pero es una
ocasión que exige más que palabras.
Y a pesar del repunte
técnico que se ha producido este miércoles, los inversores en los
10 principales mercados europeos, han visto disminuir su
riqueza en los cuatro días previos unos 400.000 millones de euros.
Solo en España la pérdida suma unos 46.000 millones.
La
inacción de los políticos europeos está siendo criticada de forma
generalizada, no solo en los medios financieros sino en los
grandes diarios de difusión mundial, como hace este mismo jueves el
New York Times en el artículo en el que se pregunta si los mercados
no han sido demasiado condescendientes con la situación de la
economía global.
Ante la paralización del resto de las
instituciones comunitarias, ha habido una clara excepción. Y
de nuevo, ha sido Mario Draghi el único que ha dado muestras de una
sensibilidad política desconocida en el resto de líderes
europeos.
El Banco Central Europeo ha confirmado que está
dispuesto a actuar de forma conjunta con el Banco de Inglaterra para
prestar todo el apoyo que necesiten los mercados en caso de que Reino
Unido votara a favor de abandonar la Unión Europea (UE) en el
referéndum del próximo 23 de junio.
El objetivo es claro,
apuntalar la confianza perdida de los inversores europeos y
tratar de calmar los nervios de los mercados.
El programa
preparado por el presidente de la institución, que incluye la
apertura de líneas swap con el Banco de Inglaterra para todo el
intercambio de libras y euros que resulte necesario, debería
permitir la financiación ilimitada en ambas monedas.
Aunque
este procedimiento no se ha utilizado hasta ahora entre el euro y
la libra, los expertos recuerdan que Estados Unidos recibió una
ayuda similar por parte de sus socios con ocasión de los atentados
del 11-S del 2001.
No se descarta entre algunos expertos y
analistas que Mario Draghi optara también por aumentar el ritmo de
la compra de bonos y hasta entregar dinero directamente a los
ciudadanos.
El inconveniente principal de estas últimas
medidas extraordinarias es que podría estimular el
sentimiento anti Unión Europea en los principales países
contribuyentes netos a las arcas de la Unión.
Pese a la
gravedad de las caídas de las cotizaciones, hay quien piensa que
también puede tener un lado bueno como es el de hacer reaccionar a los
políticos comunitarios para que reflexiones sobre cómo está
planteada la Unión Europea y si habría que darle un cambio radical.
Pérdidas de 400.000 millones por el solo temor del Brexit lo
justifican.
(*) Periodista español
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