domingo, 19 de junio de 2016

Los daños colaterales del Brexit / Primo González *

La última semana previa a la consulta británica para salir o quedarse en la UE está resultando más dramática de lo que se temía. La elevada carga emocional que suele acompañar a estas consultas simplificadoras, en donde los argumentos llegan a una desnudez abusiva, debería persuadir a sus promotores de lo mucho que se puede perder en una consulta referendaria y lo poco que se suele ganar, con altos riesgos de daños colaterales inmensos. La deriva criminal es por desgracia una hipótesis que tampoco puede ser excluida, como acabamos de ver en Gran Bretaña.

Quizás no sea lo más grave, pero resulta significativo el daño que la misma incertidumbre del resultado del referéndum está provocando ya en los circuitos económicos y en las tomas de decisiones de muchos agentes económicos y de muchas economías familiares, daños que no siempre son reversibles. De momento, la Reserva Federal estadounidense ha cubierto un capítulo más de su pasividad, cercana ya a la inoperancia, dejando los tipos de interés estables una vez más, con la disculpa de que una subida de tipos podría tener efectos muy perniciosos en medio de la inestabilidad e incertidumbre creadas por el incierto resultado de esta consulta.

La correcta gestión de la política monetaria estadounidense parecía apuntar de forma inexorable, según la mayoría de los expertos, hacia una subida gradual de los tipos de interés con vistas a una normalización de los mercados financieros. No hacerlo así está desmoronando una de las expectativas de recuperación y normalización de la economía mundial, ya que Estados Unidos es la mayor economía del mundo y su pulso revierte inevitablemente sobre el resto de las economías, desarrolladas o emergentes.

La conducta de los agentes económicos ante los hipotéticos riesgos catastróficos de una salida británica de la UE está traduciéndose en una trayectoria errática, cuyo principal damnificado es la renta variable y, por lo que se está viendo estos días, algunos sectores muy concretos, como los valores bancarios, en la medida en que los riesgos de los mercados están conduciendo a la convicción de que los tipos de interés bajos van a perdurar durante bastante más tiempo del previsto, lo que deja al sector financiero en condiciones bastante precarias.

La elevada volatilidad de estos días en las Bolsas, que puede mantenerse durante unas cuantas semanas, puede tener efectos negativos en la economía que no está claro que vayan a subsanarse mediante un hipotético movimiento alcista si finalmente triunfa la decisión favorable a la permanencia de Gran Bretaña en la Unión Europea. Muchas inversiones se han aplazado o paralizado en medio de este clima de incertidumbre, que ha dejado en suspenso algunas reglas de juego, cuya restauración resultará compleja tras el 24 de junio, el día después del referéndum británico.

Hay, en suma, algo de irreversible en la propia consulta cuya recuperación se presenta cuando menos difícil o desde luego no inmediata. Si en vez de un resultado positivo resulta una decisión desfavorable al mantenimiento británico en la UE, las derivaciones pueden acelerar los males no sólo de los mercados sino de las relaciones económicas y políticas en el seno de una UE venida a menos y desde luego empequeñecida.


(*) Periodista y economista español


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