En torno a un 7% ha perdido el Ibex 35 en unos pocos días, desde
mediados de la semana pasada. Este retroceso es más de la mitad de lo
que ha retrocedido en lo que va de año. La confluencia de factores
adversos no hace más que sumar contratiempos, aunque casi todos son
viejos conocidos. Lo que pasa es que se han hecho presentes en el
análisis y el diagnóstico de inversores y analistas, lo que ha
multiplicado el impacto negativo. Las dos consultas políticas de las
próximas semanas, en especial la votación en Reino Unido para seguir o
abandonar la UE, están alterando los nervios de los inversores.
De todas las percepciones negativas que están tomando en
consideración los inversores hay una que quizás ha tomado la delantera
en los últimos días y que este lunes ha tenido un protagonismo especial
con la decisión de las autoridades italianas de suspender la cotización
de algunos de sus mayores bancos ante el hundimiento de sus
cotizaciones. Lo de Italia ha reavivado el asunto de la difícil salida
que los expertos ven al sector bancario si no se toman medidas enérgicas
en breve plazo. Se están acelerando las búsquedas de soluciones, lo que
conlleva casi de forma automática e inevitable a un proceso de
fusiones, que algunos directivos del sector han visto con excesiva calma
pero que se empieza ahora a constatar que se trata de una reacción
bastante más urgente y necesaria de lo que se preveía.
El sector financiero sufre un acoso simultáneo desde varios frentes y
no sólo es el asunto de los tipos de interés bajos o negativos lo que
inquieta, sino otros aspectos del negocio como la meteórica entrada en
escena de nuevos métodos para hacer banca, inevitablemente de la mano de
las nuevas tecnologías. Las operadoras de telecomunicaciones están
tomando posiciones estratégicas cada vez más agresivas para invadir el
territorio de la actividad financiera orientada al cliente particular.
Los bancos tiene que reaccionar a estos nuevos desafíos de invasión de
su negocio, en algunos casos tomando la iniciativa y en otros, o
simultáneamente, ajustando sus costes a la baja, porque el método
tradicional y clásico de prestar servicios bancarios está en crisis
abierta y acelerada. El ajuste de los bancos a las nuevas condiciones de
mercado va a tener altos costes de adaptación. Las empresas de
telefonía y las entidades bancarias van a protagonizar fusiones que en
algunos casos pueden llegar a ser de carácter transversal, es decir,
entre entidades financieras y otras del sector tecnológico.
La decisión bastante efectista de la Bolsa de Milán, que este lunes
ha suspendido la contratación de algunos de los mayores bancos del país a
causa del desplome de sus cotizaciones, es un duro golpe a la imagen
del sector a escala europea. Los bancos están en situación difícil
debido a las fuertes distorsiones que afectan al negocio, sobre todo los
bajos tipos de interés. La banca, sin márgenes, pierde la mayor parte
de sus expectativas de beneficio. Los bancos españoles lo están
reflejando en sus cotizaciones. Algunos de los más importantes de los
que integran el Ibex 35 pierden en lo que va de año en torno o más del
30% de su valor bursátil. Entre los dos grandes, las cosas no están tan
mal pero casi, con caídas por encima del 15%.
Lo de los bancos se suma a otros asuntos posiblemente más graves,
como la consulta británica, en la que se juega el futuro de Europa, que
no es poca cosa. Todo ello junto, con añadidos como el incierto futuro
de las políticas monetarias y de los tipos de interés se añade a la
incierta gobernabilidad españolas tras las inminentes elecciones. Todo
un rompecabezas en el que cada vez resulta más difícil mantener la
cabeza fría y las ideas de inversión claras.
(*) Periodista y economista español
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