miércoles, 1 de junio de 2016

La OCDE reduce sus perspectivas y se inquieta por la débil recuperación

PARÍS.- La OCDE redujo hoy buena parte de las previsiones económicas para sus países miembros de cara a este año y el próximo, al tiempo que se inquietó por la débil recuperación desde el estallido de la crisis, que en caso de inacción corre el riesgo de perpetuarse y añadir incertidumbres.

En su informe semestral de Perspectivas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) corrigió a la baja en particular las cifras de Estados Unidos, cuyo crecimiento debería quedarse este año en el 1,8 % (frente al 2,5 % anticipado en noviembre) y en el 2,2 % en 2017 (en lugar de 2,4 %).
La primera economía mundial, en cabeza de la recuperación del mundo desarrollado tras la crisis, sufre una ralentización desde finales de 2015 por la concurrencia de una serie de factores, entre ellos una inflexión en la inversión y en las exportaciones ante la fortaleza del dólar frente a otras divisas.
La organización también revisó a la baja -aunque más ligeramente- sus cálculos sobre el comportamiento de la zona euro, cuyo Producto Interior Bruto (PIB) seguirá progresando en cualquier caso a un ritmo inferior al de Estados Unidos: un 1,6 % este año y un 1,7 % el próximo, es decir, dos décimas menos de lo estimado hace seis meses.
Además, advirtió de que sobre el Viejo Continente planea la amenaza del referéndum en el Reino Unido del 26 de junio, ya que si ese país saliera de la Unión Europea su crecimiento económico se resentiría.
Las perspectivas son igualmente menos halagüeñas para Japón, con un alza del PIB del 0,7 % en 2016 y del 0,4 % en 2017, por debajo del 1 % y del 0,5 % que se auguraba en noviembre.
En conjunto, la OCDE crecerá al 2 % este ejercicio y al 2,1 % el próximo, dos décimas menos de lo anunciado en el informe precedente.
En cuanto a la gran potencia emergente, China, parece haber dejado de ser el principal motivo de preocupación como aparecía en otoño, en buena medida porque los estímulos fiscales están dando resultados al sostener la demanda en pleno proceso de transformación de su modelo, ya no sólo orientado a las exportaciones.
Por eso se mantienen las proyecciones de un alza del PIB del 6,5 % este año y del 6,2 % en 2017.
El problema es que, junto a China, entre los grandes emergentes hay otros que atraviesan serias dificultades y en particular dos en severa recesión.
Se trata de Brasil, que después de haber sufrido un recorte de la producción del 3,9 % en 2015, continuará en caída libre en 2016 (-4,3 %) y en 2017 (-1,7 %), y Rusia, que después del desplome del 3,7 % el pasado año, perderá de nuevo un 1,7 % este ejercicio, y sólo empezará a recuperar un 0,5 % en 2017.
En resumen, ocho años después del estallido de la crisis financiera, la economía global crecerá este año un 3 %, como en 2015, y únicamente pasará al 3,3 % en 2017, lo que significa tres décimas menos en cada caso de lo esperado en noviembre.
Y eso está en relación con una evolución del comercio mundial (2,1 % de progresión en 2016 y 3,2 % en 2016) decepcionante si se compara con las cifras que se daban hasta 2008.
La economista jefe de la OCDE, Catherine Mann, alertó de que el potencial de crecimiento económico de los países miembros se ha reducido a la mitad en 20 años y eso tiene efectos estructurales, al tiempo que señaló la falta de incentivos de las empresas para invertir ante una demanda que consideran insuficiente.
Para Mann, este escenario que está enquistándose -la falta de inversión erosiona el capital y limita nuevas innovaciones- y que debilita la economía no se puede corregir sólo con políticas monetarias, el principal instrumento utilizado hasta ahora.
A su juicio, los bajos tipos de interés que han propiciado los bancos centrales deben aprovecharse para hacer uso de la política fiscal con un gasto público selectivo que a su vez pueda respaldar la demanda actual y al mismo tiempo tenga un efecto multiplicador.
Eso incluye infraestructuras "duras" de transporte, energía o del sector digital, pero también otras "blandas" como la educación y la innovación.
Otro de los mecanismos necesarios para Mann son las reformas estructurales que favorezcan la competencia, la innovación y el dinamismo, un mejor ajuste de las capacitaciones a las necesidades del mercado de trabajo, una mayor movilidad y un reforzamiento de la estabilidad del sistema financiero.

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