jueves, 16 de junio de 2016

Juncker tiende puentes a Putin en su primera visita a Rusia en dos años

SAN PETESBURGO.- El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en su primera visita a Rusia en dos años, dijo hoy que vino a "tender puentes", aunque dejó claro que la UE exige a Moscú el cumplimiento de los acuerdos de paz para Ucrania para levantar las sanciones.

"Hay algunos a quienes les gusta la idea de que haya venido y hay a quienes no les gusta. A mí me gusta", declaró Juncker al intervenir en la inauguración del Foro Económico de San Petersburgo, en alusión a las conocidas diferencias que existen en el seno de la UE en torno a Rusia.
Insistiendo en esas diferencias, el jefe de la CE abogó por el diálogo con Rusia que -dijo- "para algunos puede ser una idea radical, para mí es sentido común", pero fue muy claro al señalar que ese camino "empieza en Minsk y empieza con el respeto a la ley internacional".
"El próximo paso está claro: la plena aplicación de los acuerdos (de paz para el este de Ucrania) de Minsk. Ni más ni menos. Es la única forma de comenzar nuestra conversación, la única manera de levantar las sanciones que se han impuesto", afirmó ante un auditorio de responsables políticos y económicos en el que no se encontraba el presidente ruso, Vladímir Putin.
En referencia a la reunión bilateral que ambos mantendrían poco después, Juncker dijo que siempre habían hablado abiertamente con el líder ruso.
"Necesitamos tener una conversación franca hoy. Hablaremos todo lo que haga falta. Será una conversación difícil, no me cabe duda, pero necesaria", manifestó, en referencia a hechos que "no se pueden ignorar" como el papel de Rusia en la crisis del este de Ucrania y la "anexión ilegal" de Crimea.
Al inicio de la reunión con el representante europeo, el jefe del Kremlin dijo que siguió "con gusto" la intervención de Juncker en la apertura del Foro.
"Sé que se ha reservado para nuestra conversación a puerta cerrada parte de los temas, pero además hay otros asuntos en la agenda bilateral", agregó.
Con la visita de Juncker a San Petersburgo se reanudan las consultas al más alto nivel entre Rusia y la UE tras un paréntesis de dos años marcados por la tensión en las relaciones y las sanciones mutuas tras la crisis de Ucrania y la anexión de Crimea.
Los Veintiocho se disponen a prolongarlas por seis meses más la próxima semana, mientras que Moscú también amenaza con prolongar hasta 2017 sus sanciones a la UE, que han causado pérdidas millonarias al sector agrícola comunitario.
Sin embargo, la vía del diálogo y el pragmatismo parecen abrirse paso y esta nueva edición del Foro de San Petersburgo, que los últimos años estuvo casi desierto de líderes y empresas occidentales, cuenta con una presencia mucho más fuerte.
También el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, advirtió en la inauguración de que Europa va en la "dirección equivocada" y pidió "tender puentes" en lugar de "levantar muros", antes de mantener una reunión con Putin acompañado de su enviado especial para Siria, Staffan de Mistura.
Mientras que el primer ministro italiano, Matteo Renzi, será el orador principal mañana en el plenario del Foro junto a Putin, el presidente ruso comenzó sus contactos bilaterales anoche con una cena privada con el ex jefe del Estado francés Nicolas Sarkozy.
Esta mañana, el expresidente fue la estrella en una conferencia titulada "Europa, Quo Vadis", donde se mostró contrario a la política de sanciones entre Bruselas y Moscú.
"Le he dicho a Juncker que hay que ser cuidadoso en la prolongación de las sanciones", comentó Sarkozy, que se salió por la tangente cuando le preguntaron por la anexión de Crimea.
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, también lanzó el guante del diálogo y afirmó que Rusia no busca aislarse de la Unión Europea y que está interesada en cooperar en pie de igualdad con sus socios europeos.
Y, apelando al pragmatismo, hizo un llamamiento a los países europeos a basar sus políticas en sus "intereses nacionales, y no en falsos principios de consenso y solidaridad, tras los cuales se oculta un posible chantaje por parte de una minoría rusófoba, para llamar las cosas por su nombre".

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