PARÍS.- El "viernes negro" generado por el
Brexit recuerda el cimbronazo de Lehman Brothers en 2008, pero la
amenaza sobre el sistema financiero no parece alcanzar ese nivel ya que
se trata sobre todo de una crisis política.
Los inversores no
habían vuelto a ver semejantes turbulencias desde la crisis financiera
de 2008, marcada por la caída del banco Lehman Brothers y la crisis de
deuda en la zona euro, que llegó a su punto álgido en el verano de 2011.
Pero
aunque las secuelas del hundimiento bursátil del viernes y las
incertidumbres tanto económicas como políticas ligadas a la salida del
Reino Unido de la Unión Europea se sientan aún durante un tiempo, es
difícil hablar ahora de nueva crisis financiera.
"No vivimos un
ambiente de pánico" y "no se acaba de abrir un ciclo como el de Lehman
Brothers, con posibles efectos en cascada y con defectos de emisiones de
deuda", destacó Alain Zeitouni, director de gestión para Russell
Investments France, con sede en Londres.
"La
reacción es muy fuerte pero por ahora no es catastrófica", indicó
también Laurent Clavel, economista en Axa IM, añadiendo que "es mucho
menos grave que el crash posterior a Lehman y que el episodio del verano
de 2011".
Al contrario que en la crisis de Lehman, no es el futuro del sistema financiero lo que se tambaleó el viernes por la mañana.
Entre
2007 y 2008, los inversores temían que el mundo financiero fuese
arrollado por la crisis de las "subprime" y las dificultades de los
bancos.
El Brexit abre sobre todo grandes desafíos políticos en la
construcción europea, incluso en la City, pero por ahora no pone en
juego la estabilidad financiera mundial.
Los economistas de Oxford
Economics descartan además la posibilidad de que el Brexit sea "un
momento Lehman", asegurando que "tendrían que pasar muchas cosas al
mismo tiempo" para que el conjunto del sistema se vea afectado de manera
"irreversible".
Igualmente, aún es temprano para hablar de crisis
económica mundial, con las grandes potencias, a excepción del Reino
Unido, al parecer a salvo de una fuerte desaceleración.
"No
es un impacto mundial", consideró Clavel, es un impacto esperado y
negativo, cierto, pero no notable para la economía de la zona euro, y
limitado para la economía norteamericana.
Wall Street acusó además un golpe menos fuerte el viernes que los parqués europeos. Además,
la gran diferencia con 2008 y 2011, es que los políticas monetarias son
muy complacientes, en especial en la zona euro con el Banco Central
Europeo comprando deuda a mansalva.
"La crisis es política", resumió Zeitouni, algo que no es necesariamente una buena noticia para los mercados.
"Así
como es posible evaluar las pérdidas financiera, es muy complicado
evaluar las consecuencias política", señaló Franck Dixmier, director
mundial de gestión de obligaciones en Allianz GI.
"Las reacciones políticas serán examinadas, en especial sobre el futuro de la zona euro y de la UE", previno Clavel.
Igualmente
habrá que vigilar las decisiones de los grandes inversores, como los
fondos de pensiones y las aseguradoras "que no tienen la costumbre de
reaccionar en caliente", según Dixmier.
Pero si los bancos siguen cayendo en Bolsa, podría cuestionarse su capacidad normal de préstamo a la economía.
Aunque
escapen a una crisis financiera, los mercados podrían vivir enromes
turbulencias y su comportamiento será crucial en los próximos días.
"El
mercado se adentra de verdad en la incertidumbre y en lo desconocido.
Se pueden esperar réplicas", según Dixmier. Dicho de otro modo, "hay que
abrocharse el cinturón".
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