miércoles, 8 de junio de 2016

Media Europa aplaude el Brexit / Primo González *

Hay cinco países en la Unión Europea en los que el grado de satisfacción con la UE es más bien malo. Por decirlo con datos, en cinco países, algunos de ellos grandes, hay más insatisfechos que satisfechos, por encima del 48% de la población, cuando los partidarios no llegan al 47%. En algún caso, con Francia, la insatisfacción es nada menos que del 61% y en Grecia supera el 79%, lo que no es una sorpresa. Más sorprendente es el hecho de que la desafección frente a la UE es en España y en Alemania prácticamente idéntica a la que se observa en estos momentos en el Reino Unido, en todos los casos en torno al 48% o 49%. A estos países poco entusiastas se podría unir Holanda, que con un 46% de frialdad frente al proyecto comunitario está también con un pie fuera y otro dentro.

Se puede deducir que en estos momentos hay seis países de la UE, incluyendo a Reino Unido, que cuentan con una posición muy crítica frente al proyecto europeo. Lo que están haciendo los ingleses, eso que se ha dado en denominar el Brexit, que es un referéndum para decidir si finalmente se convierte en salida de la UE el deseo de una parte importante de votantes (los porcentajes a favor y en contra oscilan a diario en torno al 50%), bien podría llevarse a cabo en otros países de la UE con similares e incluso mayores posibilidades de victoria. Asombra el alto porcentaje de descontento de los franceses. Un referéndum en Francia similar al del Reino Unido aportaría, con el sentimiento actual, resultados mucho más contundentes a favor de la salida, lo que supondría el desmoronamiento del proyecto europeo. La UE podrá vivir mejor o peor sin Reino Unido, pero con la enemistad de Francia y la tibieza de los alemanes (que también están más en contra que a favor), es difícil imaginar lo que puede suceder en la Europa del futuro.

La validez de los datos de esta encuesta quizás no sea muy relevante, pero ahí están. La consulta la ha realizado una empresa de sondeos estadounidense, lo que puede asegurar cierta neutralidad, aunque también un cierto sesgo antieuropeo, no carente de tintes irónicos, ya que la UE nunca ha ocultado su pretensión de disputar a Estados Unidos la primacía del desarrollo económico mundial. Esos aires de gran potencia que la UE pocas veces ha disimulado están atravesando en todo caso uno de sus peores momentos.

Claro que cabe preguntarse sobre la forma de superar estas dudas. La pregunta es si el fervor europeísta se refuerza con una Europa más unida y con más competencias o con una Europa más descentralizada, más federal. Es un debate de largo recorrido en Europa y que de momento está muy a medio andar, ya que importantes pasos en la dirección de la unidad están todavía por dar. Se hizo lo de la moneda única y lo del Banco Central Europeo (BCE) pero estos pasos han sido considerados insuficientes y, en algunos casos, contraproducentes, ya que hay muchos indicios que señalan que Europa funcionaba mejor sin estas nuevas superestructuras multinacionales, que ahora están siendo sometidas a serias críticas, sin ir más lejos por los alemanes, que parecía que eran los motores de la Unión Europea pero que cuentan en sus filas con tantos euroescépticos como Gran Bretaña.


(*) Periodista y economista español


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