BASILEA.- El Banco de Pagos
Internacionales (BPI) recomienda restar peso a la política monetaria,
que está al límite y se espera demasiado de ella, y dice que la economía
no está tan mal como se cree.
En su informe anual, publicado hoy, el BPI señala que "la evolución
de la economía mundial, vista desde una perspectiva histórica, no ha
sido tan débil en términos de producción, empleo e inflación como a
veces se afirma".
"La economía mundial creció el año pasado a un ritmo no muy alejado
de sus promedios históricos e incluso el producto interior bruto por
persona en edad de trabajar fue ligeramente superior", dijo el jefe del
departamento Monetario y Económico del BPI, Claudio Borio, al presentar
el informe.
Pero el cambio hacia una expansión más robusta, equilibrada y
sostenible está amenazado por lo que el BPI denomina una "tríada de
riesgos": niveles de deuda demasiado altos, crecimiento de la
productividad demasiado bajo y margen de maniobra de las políticas
demasiado estrecho.
Las tasas de interés continúan en niveles muy bajos, de hecho, han disminuido aún más en el último año.
Estas tasas tan bajas o negativas pueden hacer un daño menos patente
en el momento pero que crece con el tiempo porque deprimen las primas de
riesgo y estiran las valoraciones de los activos alentando la toma de
riesgos financieros.
"Y con el tiempo pueden debilitar la economía real" al reducir la
capacidad de los bancos de conceder préstamos, ampliar los descalces
contables de las compañías de seguros e incrementar el valor de las
obligaciones de los planes de pensiones.
"La economía mundial no puede permitirse depender por más tiempo del
modelo de crecimiento alimentado por la deuda que la ha conducido a la
actual coyuntura", según el BPI.
Por ello, añade, "una prioridad fundamental es reequilibrar la
combinación de políticas restando peso a la política monetaria, una
necesidad que la comunidad internacional reconoce ahora sin ambages".
"Las políticas prudencial, fiscal y, sobre todo, estructural deben
cobrar protagonismo", dice el BPI, cuya sede está en la ciudad suiza de
Basilea y es el banco de los bancos centrales.
El BPI considera que las políticas monetarias excepcionalmente
acomodaticias actuales están alcanzando sus límites y el equilibrio
entre sus beneficios y su costes ha ido deteriorándose.
"En algunos casos, los mercados han comenzado a cuestionarse la
eficacia de una mayor acomodación monetaria, sobre todo porque sus
efectos sobre la confianza son cada vez más inciertos", observa el BPI,
como señaló la inestabilidad en los mercados en febrero.
Por ello representa un riesgo que algunos bancos centrales emprendan
la normalización de su política monetaria "demasiado tarde y de forma
excesivamente gradual".
Esto reviste especial importancia en el caso de jurisdicciones
grandes con monedas de uso internacional, que son las que marcan la
pauta de la política monetaria en el resto del mundo, en alusión a la
Reserva Federal (Fed) pero sin citarla.
El BPI sabe que esto no va a ser fácil después de tantos años de
dependencia de los mercados financieros respecto de los bancos
centrales.
Para ello también es necesaria "una estrategia de comunicación
congruente con todo lo anterior y que en consecuencia evite hacer creer
que la economía está peor de lo que está".
La extraordinaria carga impuesta a los bancos centrales desde la crisis está generando crecientes tensiones.
Asimismo los mercados y el público en general han llegado a considerar los bancos centrales como todopoderosos, advierte el BPI.
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