WASHINGTON.- Un reciente artículo
del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el que se sostiene una
visión crítica de las políticas neoliberales, especialmente la
austeridad fiscal, impulsadas por la institución en los últimas dos
décadas ha generado sorpresa e irritación en el ámbito económico.
"Neoliberalismo: ¿promocionado en exceso?", es el título del
documento divulgado en el número de junio de la revista trimestral de la
institución y escrito conjuntamente por Jonathan Ostry, Prakash
Loungani y Davide Furceri, economistas del Departamento de Investigación
del Fondo.
Los autores señalan directamente el desmedido celo por la reducción
de los déficit fiscales a toda costa, la desregulación financiera
impulsada y la poca atención prestada al acuciante problema de la
desigualdad de ingresos.
"En concreto en el caso de la consolidación fiscal", apunta el
documento, "los costes a corto plazo de una menor producción y bienestar
así como el mayor desempleo han sido minimizados, y la conveniencia de
los países con amplio espacio fiscal de simplemente vivir con alta deuda
y permitir que los ratios de deuda declinen orgánicamente a través del
crecimiento son infravalorados".
Los recortes del gasto y el aumento de la recaudación fiscal,
políticas popularizadas bajo el término de austeridad, han sido
elementos clave defendidos por el Fondo como parte de sus recetas
económicas, y han marcado el diseño de los recientes programas de
rescate a Portugal o Grecia, así como anteriores en Indonesia o
Argentina.
El FMI, institución creada en 1944 y buque insignia de la ortodoxia
de la economía de libre mercado, no suele ser muy dado a reconocer
errores y entrar en el espinoso ámbito de la autocrítica.
"Hay aspectos de la agenda neoliberal que no han ofrecido los resultados esperados", subraya sin embargo en esta ocasión.
Ostry y sus colegas sostienen que "los beneficios en términos de
mayor crecimiento parecen bastantes difíciles de establecer cuando se
mira a un amplio grupo de países" y a la vez los costos "en términos de
creciente desigualdad son prominentes".
"Un aumento en la desigualdad daña el nivel y la sostenibilidad del crecimiento", agregaron.
Como era de esperar, las reacciones en el ámbito económico no tardaron en aparecer.
"El FMI se une a las críticas al neoliberalismo. ¿Qué demonios está
pasando?, afirmó en su cuenta de Twitter Dani Rodrik, profesor de
Economía Política Internacional de la Universidad de Harvard (EEUU) y
conocido por su posición crítica ante los efectos de la globalización.
Asimismo, la activista canadiense Naomi Klein y autora del libro "No
Logo", en el que carga contra la cultura del consumo, señaló en la misma
red social con ironía que, dado que "el FMI admite que el
neoliberalismo es un fracaso, ahora todos los multimillonarios que ha
ayudado a crear van a devolver su dinero, ¿verdad?".
Sin embargo, uno de los comentarios más contundentes provino del
diario Financial Times (FT), que se tomó tan a pecho el artículo que
decidió dedicarle un editorial llamado "Un inapropiado mea culpa del
neoliberalismo".
"Tratando de ser moderno, el FMI en su lugar parece fuera de contexto
como un hombre de mediana edad llevando un gorra de béisbol del revés",
relata el FT, la "Biblia" de la economía de mercado, sobre el
revisionismo del Fondo.
Para el diario financiero, además, con estos argumentos la
institución dirigida por Christine Lagarde "da auxilio a regímenes
opresivos en todo el mundo que se posicionan como cruzados contra el
neoliberalismo, subyugando a su población con medidas económicas
ineficaces".
Inquieto por el revuelo originado por un artículo al que no se le
había dado gran difusión, el propio Fondo salió al paso esta semana y
trató de rebajar los ánimos.
En una entrevista en la página web de la institución, su economista
jefe, Maury Obstfeld, señaló que se había "malinterpretado" el contenido
del documento al agregar que se trata más bien de "un proceso de
evolución y no de revolución" sobre los fundamentos económicos.
No obstante, Obstfeld, reputado economista de la Universidad de
California, en Berkeley, y que se unió al FMI en septiembre pasado en
sustitución de Olivier Blanchard, reconoció que "el shock producido por
la crisis financiera llevó a un amplio replanteamiento de la política
macroeconómica y financiera en la comunidad académica global", algo de
lo que la institución "forma parte".
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