lunes, 11 de julio de 2016

Italia y el agravio bancario / Primo González *

La llamada de auxilio de Italia en favor de sus bancos pone en serio riesgo una vez más el correcto empleo de las reglas de juego de la Unión Europea justo cuando la Comisión Europea no sabe cómo salir del atolladero de la sanción a España por el asunto del déficit excesivo y el incumplimiento de las advertencias comunitarias. 

Casi nadie quiere imponer una sanción a España, incluso porque puede llegar a ser contraproducente con los objetivos del equilibrio presupuestario, pero siempre hay legalistas que apelan por encima de todo al vigor de los principios. En relación con la crisis bancaria italiana, también España puede salir a colación: los accionistas de Bankia y de otras entidades perdieron hasta lo puesto y ahora en Italia de lo que se trata es de evitarlo, poniendo dinero del Estado mientras la Comisión Europea mira para otro lado.

Con la banca italiana, la Unión Europea se está metiendo en un bucle, otro más, endiablado porque las ayudas de Estado a los bancos están ahora prohibidas. Los bancos italianos están cerca de la quiebra, nada que ver con los españoles (cajas de ahorros en concreto) hace unos años. La tasa de morosidad (los créditos incobrables) es el triple que la española, sobre todo en algunos bancos de primera fila. En condiciones normales, los accionistas de los bancos deberían ser llamados a reponer capital y, en todo caso, el saneamiento de la banca italiana exigiría destinar todo el capital y reservas de los bancos a pagar las pérdidas. A partir de ahí, las ayudas públicas podrían tener una consideración bastante más benévola.

Todo ello sin olvidarse de las obligaciones emitidas por los bancos italianos y en circulación, en manos de miles de modestos accionistas e inversores. Todo ello nos recuerda a los preferentistas españoles como dos gotas de agua. Tendrían razón los miles de damnificados españoles que han perdido sus ahorros con las preferentes de las cajas españolas o con las desdichadas salidas a Bolsa si ahora los preferentistas italianos fueran objeto de un trato de favor, de forma que no pierdan ni un euro de sus ahorros. Aún así, el problema ya está sobre la mesa porque la cotización de algunos bancos italianos ha caída desde enero hasta ahora más del 70%.

Dejar caer a algunos bancos italianos cerrándoles toda ayuda oficial sería, por el contrario, un serio problema para el conjunto de la zona euro, incluidos los bancos españoles. El euro, según dicen algunos catastrofistas o simplemente algunos realistas, no podría sobrevivir a semejante escenario. Por ello la Unión Europea va a tener que hacer la vista gorda, según todos los indicios y por lo que se ve venir. No es que el máximo dirigente del Banco Central Europeo (BCE) sea italiano, como lo es el máximo responsable de la Autoridad Bancaria Europea, otro italiano, sino que hay prioridades políticas que no siempre permiten la aplicación estricta de las leyes sin causar males mayores.

La actual peripecia italiana con sus bancos llega en unos momentos en los que España no puede pedir reglas homogéneas para la crisis bancaria de hace unos años, pero sí podría beneficiarse de la benevolencia en el asunto del déficit público. No sería justo que España se encuentre siempre del lado perdedor cuando entran en juego las normas comunitarias y hay que aplicarlas a todos por igual.


(*) Periodista y economista


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