La decisión
de la Comisión Europea de abrir el procedimiento de sanción a España y
Portugal por no haber tomado medidas eficaces para corregir el déficit
público es un nuevo error de Bruselas. De acabar en una multa
sustancial, como prevén las reformas aprobadas en el Pacto de
Estabilidad consecuencia de la crisis del 2007, se pondría en riesgo la
recuperación económica y podría agravar la situación política en nuestro
país.
En
el ámbito económico, la multa, sumada a la exigencia de
aplicación de nuevas medidas para contener el déficit público, es
una propuesta de volver a las políticas de austeridad que llevaron
a España a los peores momentos de la crisis y será difícil que las
acepten tanto el PSOE como Ciudadanos a la hora de apoyar a un gobierno
de Rajoy.
Tan duras fueron las medidas que el todavía ministro
de Exteriores y siempre candidato a hacerse con la cartera de
Economía, José Manuel García Margallo las criticó abiertamente. Con
el desparpajo que le caracteriza dijo ante las cámaras de Antena 3
que: “nadie puede gastar indefinidamente más de lo que ingresa,
pero nos hemos pasado cuatro pueblos en el tema de la austeridad.
Austeridad sí, pero no matando la gallina de los huevos de oro”.
Aproximadamente
un mes después, tras aprobar el Reino Unido en referendo su
abandono de la Unión Europea, sus colegas, los ministros de
Exteriores de Francia y Alemania, Jean-Marc Ayrault y Frank-Walter
Steinmeier, hacían una declaración conjunta en la que defendían
acabar con la imposición de ajustes unilaterales a los países
miembros de la Unión por ser políticamente peligrosos.
Poco
parecen haber durado los propósitos de los responsables de
exteriores de París y Berlín y eso que ha sido a partir de que el
gobierno español cambiara su política de austeridad cuando se han
empezado a ver los efectos de un mayor crecimiento económico y
una mejora en la reducción del paro. España ha pasado a ser el país
que más crece de los grandes de la Unión Europea y el que más empleo
genera, pese a que todavía es uno de los países con más tasa de paro.
Pero
además de los problemas económicos, un drástico recorte del
presupuesto incrementará los problemas con las Comunidades
Autónomas a las que los planes del ministro de Hacienda, Cristóbal
Montoro, para poder cumplir con las exigencias de Bruselas, les ha
obligado a abandonar algunas políticas sociales que nos han
llevado a la situación de’ impasse’ en la que nos encontramos.
Josep
Borrell, uno de los ministros en la sombra de Pedro Sánchez, ha
fijado las condiciones del PSOE para poder facilitar la
investidura de Mariano Rajoy y, entre ellas, destaca acabar con la
política de austeridad y la reforma laboral. Si Rajoy no pudiera
ni siquiera negociar con Sánchez algunos de los aspectos de esa
política de austeridad no veríamos de nuevo obligados a unas
terceras elecciones.
Además, si hubiera que ir a ellas, con la
apertura del procedimiento de infracción por exceso de
déficit, se estaría dando la oportunidad de nuevo a los
populistas y a aquellos que defienden el abandono de las
instituciones comunitarias.
Lo han defendido porque
consideran que en Europa no se puede hacer nada más que obedecer la
política procedente de Bruselas cuyo eje central es la austeridad
que impone el superministro de Hacienda alemán, Wolfgang Schauble.
Y
precisamente esa Europa es la que ha contribuido al abandono de
los británicos del espíritu comunitario. Sus exigencias pueden
provocar un rechazo en países como España que ha visto descender
drásticamente su apoyo a los ideales de la Europa Unida.
Aunque
la Comisión ha anticipado que, aunque haya multa esta no se
aplicará, harán falta muchas horas de explicación a los millones
de españoles en paro para que puedan comprender que Europa, con
Wolfgang Schauble a la cabeza, les pida más sacrificios todavía.
(*) Periodista
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