Contaban las
lenguas de doble filo en la Rusia de Borís Yeltsin que el dicharachero,
campechanote y un tanto atrabiliario presidente que se atrevió acabar
con la URSS desayunaba a diario caviar. Con 200 gramos de vodka, que
traducidos a medidas conocidas equivalen a cuatro copas u ocho chupitos.
Más de un gusanillo se mata con eso.
Otro
personaje famoso arrastra también el estigma de un estilo de vida
por lo menos chocante: el presidente de la Comisión Jean Claude
Juncker.
Él no desayuna con vodka. Prefiere el coñac, dicen. Y
como recuerda este lunes The Daily Telegraph, por los pasillos de
Bruselas se sabe que Juncker aborda las reuniones ‘bien entonado con
grandes cantidades de tintorro y coñac’. Además, es un fumador
empedernido. Y como Yeltsin, a veces se le nota demasiado. El que
fuera presidente ruso se quedó una vez dormido en el avión recién
aterrizado, y cuando al fin bajó las escalerillas, se tambaleaba
embarazosamente.
Dos anécdotas muy recientes de Juncker
que se cuentan como indicación de que podría estar piripi en
público. Pocos días antes del referéndum del Brexit salió a la luz un
video de mayo de 2015 en el que Juncker saludaba al primer ministro
húngaro Viktor Orban, bien conocido por su mano más que de hierro y
su reticencia con Bruselas. El audio deja escuchar al presidente
de la Comisión: ‘Ahí llega el dictador’. Al acercarse Orban, le
saluda con un cachete.
Y en la primera cumbre pocos días
después del Brexit, con el primer ministro David Cameron ya de salida
tras haber anunciado su dimisión para septiembre, Juncker bromeó
con él. Le ofreció el puesto de comisario que acababa de dejar
también el británico Jonathan Hill. Cameron pilló la trampa al vuelo y
le respondió con un pequeño corte: ‘No, no me quiero arriesgar a un
doble rechazo’. Cameron se opuso en su día al nombramiento de
Juncker y la relación ha sido poco fluida.
La gota que colma el
vaso (de agua, vino o coñac, da igual) ha sido el comportamiento de
Juncker en general con Gran Bretaña tras el triunfo del Brexit. Dio la
vuelta al mundo cómo le espetó al líder ultranacionalista
británico Nigel Farage en el Europarlamento: ‘¿Pero cómo es que
todavía sigues aquí?’
Así que tenía que pasar. Un ministro
alemán le ha dicho a The Sunday Times que para la canciller Angela
Merkel, Juncker es ahora mismo ‘parte del problema’ que afronta la UE.
En concreto, se censura su ‘regodeo’ tras el referéndum, urgiendo a
negociar rápidamente la salida. Según ese ministro, ‘una y otra
vez ha actuado contra los intereses comunes y su reacción ha sido
muy dañina’.
De ahí el título de la información de The Sunday
Times: ‘Berlín le dice al sonriente Juncker: márchate’. El ministro
añade: ‘La presión para que dimita se va a acrecentar y la
canciller Merkel tendrá que abordar la situación el año que viene’.
Falta de tacto es lo mínimo que se le achaca a Juncker al propugnar
constantemente ‘más Europa’ en unos momentos de reflexión y
preocupación.
Varios países más aparte de Alemania creen que el
presidente de la Comisión tiene parte de culpa en el triunfo del
Brexit. Los ministros de Exteriores checo y polaco han pedido
públicamente la cabeza de Juncker, y las negociaciones para la
salida del Reino Unido de la UE podrían acelerar su caída. Fue
elegido en 2014 para un mandato de cinco años, pero con su talante y
su carácter, en Bruselas y otras capitales europeas no se cree que
pueda ni deba dirigir esas negociaciones. De hecho, se cree que
asumirá tal misión el Consejo Europeo, los jefes de Estado y Gobierno
de los 27.
Otra personalidad alemana, el comisario Günther
Oettinger (de Economía y Sociedad Digital, es entrevistado este lunes
en el diario Bild. Marca dos diferencias claras con Juncker. Una,
sobre las negociaciones del Brexit: ‘El nuevo primer ministro debe
decidir si y cundo hace la solicitud de salida’. Es decir, guante
de seda para algo que tiene revolucionado a todo el Reino Unido, con
peticiones de segundo referéndum, de debate en el Parlamento y
de nuevas elecciones.
Oettinger sólo tiene una fecha límite: de
ser, debe comenzar la desconexión antes de fin de año. La fecha
choca con la pretensión de alguno de los aspirantes a relevar a
Cameron como primer ministro, que quiere demorarlo todo hasta el año
que viene.
En otra pregunta sobre las posibles sanciones a
España y Portugal por la desviación del déficit, el comisario
vuelve a insistir en que la Comisión y la UE debe ser seria y
transmitir esa seriedad: ‘Ambos países no han llegado a los
compromisos presupuestarios que ellos mismos se habían impuesto
para 2015; si la Comisión quiere conservar su credibilidad en el
cumplimiento de las normas fiscales, tenemos que adoptar sanciones
contra España y Portugal’.
La solución, a partir del martes en
Estrasburgo. Ya se aplazó para no interferir en el 26-J. Pero si se
aprueban las tres semanas de prórroga, según avanza Reuters, para que
Madrid y Lisboa tomen medidas correctoras, también la fecha irrumpe
en medio de las negociaciones para la investidura. En todo caso,
en Bruselas todo el mundo cree saber que al final sí habrá sanción por
eso de la seriedad de las instituciones, pero que no será de 2.000
millones de euros, sino de cero euros.
(*) Periodista
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