jueves, 7 de julio de 2016

Merkel quiere echar a Juncker / A. R. Mendizabal

Contaban las lenguas de doble filo en la Rusia de Borís Yeltsin que el dicharachero, campechanote y un tanto atrabiliario presidente que se atrevió acabar con la URSS desayunaba a diario caviar. Con 200 gramos de vodka, que traducidos a medidas conocidas equivalen a cuatro copas u ocho chupitos. Más de un gusanillo se mata con eso.

Otro per­so­naje fa­moso arrastra tam­bién el es­tigma de un es­tilo de vida por lo menos cho­cante: el pre­si­dente de la Comisión Jean Claude Juncker.

Él no desa­yuna con vodka. Prefiere el coñac, di­cen. Y como re­cuerda este lunes The Daily Telegraph, por los pa­si­llos de Bruselas se sabe que Juncker aborda las reuniones ‘bien en­to­nado con grandes can­ti­dades de tin­torro y coñac’. Además, es un fu­mador em­pe­der­nido. Y como Yeltsin, a veces se le nota de­ma­siado. El que fuera pre­si­dente ruso se quedó una vez dor­mido en el avión re­cién ate­rri­zado, y cuando al fin bajó las es­ca­le­ri­llas, se tam­ba­leaba em­ba­ra­zo­sa­mente.

Dos anéc­dotas muy re­cientes de Juncker que se cuentan como in­di­ca­ción de que po­dría estar pi­ripi en pú­blico. Pocos días antes del re­fe­réndum del Brexit salió a la luz un video de mayo de 2015 en el que Juncker sa­lu­daba al primer mi­nistro hún­garo Viktor Orban, bien co­no­cido por su mano más que de hierro y su re­ti­cencia con Bruselas. El audio deja es­cu­char al pre­si­dente de la Comisión: ‘Ahí llega el dic­ta­dor’. Al acer­carse Orban, le sa­luda con un ca­chete.

Y en la pri­mera cumbre pocos días des­pués del Brexit, con el primer mi­nistro David Cameron ya de sa­lida tras haber anun­ciado su di­mi­sión para sep­tiem­bre, Juncker bromeó con él. Le ofreció el puesto de co­mi­sario que aca­baba de dejar tam­bién el bri­tá­nico Jonathan Hill. Cameron pilló la trampa al vuelo y le res­pondió con un pe­queño corte: ‘No, no me quiero arriesgar a un doble re­cha­zo’. Cameron se opuso en su día al nom­bra­miento de Juncker y la re­la­ción ha sido poco fluida.

La gota que colma el vaso (de agua, vino o coñac, da igual) ha sido el com­por­ta­miento de Juncker en ge­neral con Gran Bretaña tras el triunfo del Brexit. Dio la vuelta al mundo cómo le es­petó al líder ul­tra­na­cio­na­lista bri­tá­nico Nigel Farage en el Europarlamento: ‘¿Pero cómo es que to­davía si­gues aquí?’

Así que tenía que pa­sar. Un mi­nistro alemán le ha dicho a The Sunday Times que para la can­ci­ller Angela Merkel, Juncker es ahora mismo ‘parte del pro­blema’ que afronta la UE. En con­creto, se cen­sura su ‘regodeo’ tras el re­fe­rén­dum, ur­giendo a ne­go­ciar rá­pi­da­mente la sa­lida. Según ese mi­nis­tro, ‘una y otra vez ha ac­tuado contra los in­tereses co­munes y su reac­ción ha sido muy dañi­na’.

De ahí el tí­tulo de la in­for­ma­ción de The Sunday Times: ‘Berlín le dice al son­riente Juncker: már­cha­te’. El mi­nistro añade: ‘La pre­sión para que di­mita se va a acre­centar y la can­ci­ller Merkel tendrá que abordar la si­tua­ción el año que vie­ne’. Falta de tacto es lo mí­nimo que se le achaca a Juncker al pro­pugnar cons­tan­te­mente ‘más Europa’ en unos mo­mentos de re­fle­xión y preo­cu­pa­ción.

Varios países más aparte de Alemania creen que el pre­si­dente de la Comisión tiene parte de culpa en el triunfo del Brexit. Los mi­nis­tros de Exteriores checo y po­laco han pe­dido pú­bli­ca­mente la ca­beza de Juncker, y las ne­go­cia­ciones para la sa­lida del Reino Unido de la UE po­drían ace­lerar su caída. Fue ele­gido en 2014 para un man­dato de cinco años, pero con su ta­lante y su ca­rác­ter, en Bruselas y otras ca­pi­tales eu­ro­peas no se cree que pueda ni deba di­rigir esas ne­go­cia­cio­nes. De he­cho, se cree que asu­mirá tal mi­sión el Consejo Europeo, los jefes de Estado y Gobierno de los 27.

Otra per­so­na­lidad ale­mana, el co­mi­sario Günther Oettinger (de Economía y Sociedad Digital, es en­tre­vis­tado este lunes en el diario Bild. Marca dos di­fe­ren­cias claras con Juncker. Una, sobre las ne­go­cia­ciones del Brexit: ‘El nuevo primer mi­nistro debe de­cidir si y cundo hace la so­li­citud de sa­li­da’. Es de­cir, guante de seda para algo que tiene re­vo­lu­cio­nado a todo el Reino Unido, con pe­ti­ciones de se­gundo re­fe­rén­dum, de de­bate en el Parlamento y de nuevas elec­cio­nes.

Oettinger sólo tiene una fecha lí­mite: de ser, debe co­menzar la des­co­ne­xión antes de fin de año. La fecha choca con la pre­ten­sión de al­guno de los as­pi­rantes a re­levar a Cameron como primer mi­nis­tro, que quiere de­mo­rarlo todo hasta el año que viene.

En otra pre­gunta sobre las po­si­bles san­ciones a España y Portugal por la des­via­ción del dé­fi­cit, el co­mi­sario vuelve a in­sistir en que la Comisión y la UE debe ser seria y trans­mitir esa se­rie­dad: ‘Ambos países no han lle­gado a los com­pro­misos pre­su­pues­ta­rios que ellos mismos se ha­bían im­puesto para 2015; si la Comisión quiere con­servar su cre­di­bi­lidad en el cum­pli­miento de las normas fis­ca­les, te­nemos que adoptar san­ciones contra España y Portugal’.

La so­lu­ción, a partir del martes en Estrasburgo. Ya se aplazó para no in­ter­ferir en el 26-J. Pero si se aprueban las tres se­manas de pró­rroga, según avanza Reuters, para que Madrid y Lisboa tomen me­didas co­rrec­to­ras, tam­bién la fecha irrumpe en medio de las ne­go­cia­ciones para la in­ves­ti­dura. En todo caso, en Bruselas todo el mundo cree saber que al final sí habrá san­ción por eso de la se­riedad de las ins­ti­tu­cio­nes, pero que no será de 2.000 mi­llones de eu­ros, sino de cero eu­ros.


(*) Periodista


No hay comentarios:

Publicar un comentario