NUEVA YORK.- La inversión directa de China
en Europa y Norteamérica en 2015 alcanzó la cifra récord de 40.000
millones de dólares (35.900 millones de euros), según el informe 'Bird's Eye View' de Baker & McKenzie. Hasta 2008, estas regiones
recibían de media menos de 1.000 millones de dólares (896,2 millones de
euros) anuales.
De esta manera, el gigante asiático ha entrado con fuerza en
el 'top 3' de exportadores de inversión extranjera directa a nivel
mundial, con un crecimiento anual medio del 15% desde 2005.
Europa, con una inversión de 23.000 millones de dólares
(20.612 millones de euros), superó a Norteamérica, que recibió 17.000
millones dólares (15.235 millones de euros). Desde el año 2000, las
transacciones chinas en Norteamérica ascendieron a 108.000 millones de
dólares (96.750 millones de euros), frente a los 97.000 millones de
dólares en Europa (86.925 millones de euros).
La socia de M&A de Baker & McKenzie, Maite Diez, ha
explicado que la inversión china está en "fases tempranas" y que espera
"años de fuertes flujos de capital", e identifica la ralentización de
China, la incertidumbre relativa a su divisa y el temor a mayores
controles de capital como el motor que impulsa la actividad desde la
segunda mitad de 2015.
Asimismo, durante el primer semestre de este año se produjeron
"las mayores inversiones desde que hay registros", según Diez. Además,
se han anunciado adquisiciones por más de 60.000 millones de dólares
(53.800 millones de euros) con Europa y 30.000 millones de dólares
(26.900 millones de euros) en Norteamérica.
En esta línea, se estima que el gigante asiático invertirá
globalmente hasta 2020 cerca de 200.000 millones de dólares anuales
(179.290 millones de euros). Esto supondrá una oportunidad para impulsar
la recuperación, pero también creará controversia sobre la necesidad de
acuerdos bilaterales de inversión.
La crisis financiera orientó los intereses de las empresas
chinas hacia nuevas oportunidades, como España y otras economías del
Sur, donde aprovecharon los reducidos niveles de precios y la
privatización de activos públicos en algunos sectores. De esta manera,
el sur recibió en 2015 el 40% de la inversión china en todo el
continente.
Además, España es el país donde los ciudadanos son más
favorables a las transacciones de adquisición de compañías nacionales
por parte de firmas extranjeras, según el estudio.
Por su parte, en Norteamérica, la actividad china de grandes
ciudades costeras y núcleos industriales se extendió a la mayoría de
zonas urbanas y a un número creciente de economías rurales.
Los activos extranjeros más atractivos para China son los
vinculados a las tecnologías avanzadas, energías renovables, IT e
infraestructuras de facturación en Europa y los sectores del
entretenimiento, la salud o el software en Norteamérica, según ha
destacado la socia de Baker & McKenzie.
En cuanto al perfil de los inversores, el estudio resalta que
el 80% de la inversión que recibió Norteamérica en 2015 tuvo origen en
empresas privadas, mientras que en Europa coparon solo el 35% y los
actores chinos más involucrados fueron fondos soberanos y empresas
públicas
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